01-01-2006 - Huellas, n.1
Laicidad y laicismo

Sapelli. Antes que el Estado está la sociedad

¿El concepto de “Estado laico”? Un tema superado. ¿La polémica del 8 por mil? Una auténtica estupidez. Habla Giulio Sapelli

Gianluigi Da Rold

Giulio Sapelli, profesor de Historia económica en la Universidad Estatal de Milán, no se ha sorprendido ni irritado por las intervenciones de la Iglesia en temas de bioética o en aspectos políticos y económicos de la sociedad italiana: «Me siento muy cercano a lo que ha dicho monseñor Caffarra en el Corriere della Sera hace algunas semanas. Creo que pensar en el concepto de “Estado laico” es algo superado, digamos “antiguo”, en una sociedad que hace del pluralismo religioso y de la fe una condición irrenunciable. Es necesario pensar en el Estado neutral, en el que incluso el laicismo es un valor junto a las creencias religiosas. Afirmar que existe el Estado laico y que lo demás son sólo opciones tuteladas me parece francamente un concepto que podía funcionar en el siglo pasado. Ahora, con la globalización, con la llegada de personas de todo el mundo, el Estado debe ser justamente neutral, porque hemos comprendido que antes que el Estado viene la sociedad».
Sapelli añade: «Creo que la intervención de la Iglesia y de hombres de Iglesia enriquece el debate en la sociedad. Quisiera subrayar que lo que no se consigue dañar es una visión piramidal del Estado sobre la sociedad. La laicidad que se enarbola es en realidad ateismo. Existe un laicismo que es ateismo y hay que respetarlo. Además hay una laicidad que debe vivir como tolerancia y como comprensión, pero sin que haya que considerar al que tiene fe como un ciudadano de segunda con respecto al que es laico».
¿Por qué sucede esto? «Porque muchos están encerrados en un esquema, incluso noble, en cuanto que cumplió una función que resultaba útil en otra época. Por eso considero justo que la Iglesia intervenga, sabiendo que ella es también parte de la sociedad. Siempre me ha parecido así y no comprendo la polémica suscitada en estos días. El problema quizá es pronunciarse demasiado, porque puede ser que al final lo que se dice pierda valor».
¿Y la polémica sobre la asignación tributaria del 8 por mil? «Me parece una auténtica estupidez. En todo el mundo existen formas de asignación fiscal a favor de las confesiones religiosas. Avanza entre nosotros un cierto tipo de zapaterismo...»