01-06-2006 - Huellas, n.6

Perú Bachilleres Exposición “La Rosa Blanca”

Contagiados por una vida grande
En el pasado mes de abril, algunos chicos del Centro Educativo “Reina del Mundo” en Lima propusieron a toda la ciudad la exposición “La Rosa Blanca”.
El testimonio de Sophie Scholl y de sus amigos sigue despertando un gran interés y planteando las preguntas existenciales que mueven la vida de jóvenes y menos jóvenes. La profesora que trabajó con ellos para organizar la muestra lo relata


Tiziana Olzeri

29 de abril de 2006: alrededor de una mesa del Centro Educativo “Reina del Mundo” en Lima, Perú, once alumnos de Secundaria, de entre 15 y 16 años, se reúnen para compartir la experiencia del último mes: las visitas a la exposición de “La Rosa Blanca” en su colegio.
“Reina del Mundo” es un prestigioso colegio de Lima ubicado en unos cerros desérticos que rodean la ciudad, en el distrito de la Molina. Nació hace 38 años por obra de cinco valientes religiosas, miembros de una congregación alemana inspirada en el carisma de San Vicente de Paúl.
Hasta este pequeño oasis alemán en Sudamérica ha llegado el testimonio de Sophie Scholl y de sus amigos, despertando, una vez más, un gran interés entre los jóvenes y los adultos que visitaron la exposición.
«He aprendido a preguntarme el porqué de las cosas». «Me he percatado de una dimensión de la vida que antes para mí era desconocida. Antes me preocupaba por cosas superficiales». «He visto lo que es el poder de una amistad». «Guiando la exposición, yo contaba la historia de los jóvenes pero también quería decir algo de mí». «No quiero perder lo que he vislumbrado». Estos son los comentarios de los chicos que la han preparado al finalizar la exposición.

La iniciativa de algunos
Todo empezó a finales del pasado curso escolar, en noviembre, cuando con un grupo de alumnos visitamos la exposición preparada para el Happening que se celebró en Lima. Viendo el interés que se despertó en ellos, decidimos quedar para leer los textos del catálogo.
Siendo verano, todo hubiese podido acabar ahí, olvidarse. Pero algunos de ellos viajaron a Alemania para estudiar el idioma y, aprovechando su estancia, se pusieron a buscar material. Al regreso, preguntaron: «¿Y la Rosa Blanca?». No se podía dejar caer en el olvido. Con unos doce chicos, que ya estaban involucrados, y otros del Comité Estudiantil fuimos desarrollando el proyecto. En Semana Santa presentamos la exposición a nuestros compañeros mayores y luego invitamos a los estudiantes de los colegios alemanes de Lima y de los colegios más cercanos.
La dirección del colegio nos brindó su apoyo incondicional y nos propuso una inauguración oficial. Y así fue. Además de la delegación cultural de la Embajada Alemana, en el acto participaron numerosos docentes de los colegios alemanes que en los días sucesivos acompañaron sus alumnos a ver la muestra.

Una visión de la vida
Pero el trabajo más interesante fue la lectura con los alumnos del texto de la exposición, porque puso de manifiesto que la experiencia de esos jóvenes alemanes habla a estos chicos y ha despertado en ellos preguntas, deseos, actitudes muy parecidas a las suyas. De hecho, las preguntas de esos jóvenes –¿por qué vivimos?, ¿adónde vamos?– son las mismas que tienen mis alumnos.
Comenta Luis: «Me llama la atención la visión de la vida que tenían; no se preocupaban con quién o hasta cuándo, sino ¿por qué? Veían la vida como un tesoro». Añade Jessica: «Estos jóvenes no se dedicaban a hacer cualquier cosa, sino a buscar el sentido de la vida. Nosotros nos distraemos con muchas cosas superficiales para no escuchar esta voz... por eso no nos gusta el silencio». Esta sed de una vida grande y cumplida es lo que mis alumnos han reconocido y comparten con esos jóvenes, una vida que no se pierda en pequeñeces.
Y una intuición: «Ahora no hay alrededor cañones, fusiles, campos de concentración, pero la sociedad en la que vivimos no siempre es amiga de nuestra humanidad, y ahí están la maldad, la pobreza, la violencia». En una ficha de trabajo preparada para introducir la proyección de la película Sophie Scholl. Los últimos días, Cristina escribió: «La mentira, la rutina, la sin razón son el tipo de cosas que tapan nuestro canto. El individualismo y el consumismo hacen que ese canto de alabanza desaparezca; el hombre olvida ese algo que va más allá de todo». Víctor profundiza: «Las dudas interiores, dudas que se generan a partir de interrogantes sin contestar y que uno mismo se formula, van creciendo y van opacando todo canto y toda esperanza que hay dentro de nosotros».

Sostener la esperanza
Alguien nos dejó escrito su comentario al final de la exposición: «Hoy que no hay régimen, ¿qué sentido puede tener nuestra vida?». Pero «ahora tengo clara una cosa –dice María Pía impetuosamente– que antes estaba en el aire para mí. La conciencia es nuestra arma. No tenemos cañones, armas pero la conciencia sí». Es importante tomar postura, ser concientes de lo que pasa en el Perú, en este momento de su historia tan delicado como hace 50 años en Alemania, en un contexto muy diferente. Sólo una pasión por la persona, por el hombre concreto, por el pueblo al que se pertenece, puede sostener la esperanza y la búsqueda del bien como otra joven escribió: «Si los amigos de hoy fueran como los integrantes de la Rosa Blanca, ¡el Perú sería súper diferente!».
Como profesora me queda una vez más la sorpresa por la verdad de una intuición. Si la educación consiste en introducir en la realidad, en el conocimiento, a la comprensión de su significado, es evidente que para que esto suceda es necesaria una propuesta clara, visible y fascinante, algo que interese a la vida y que tenga que ver con el “yo”. Ahora queda una ardua y fascinante tarea para cada uno, profesores y alumnos: verificar en lo cotidiano la potencia de esta pregunta, y aprender a utilizar concretamente este deseo infinito que nos constituye como la brújula para navegar en este mar confuso en el que estamos viviendo. El método es el mismo: un círculo de amigos apasionados por el destino.