01-12-2007 - Huellas, n. 11

el 68 en París

En aquellos rostros
permanece la amargura


Rémi Brague*

Quando pienso en aquellos sucesos, me vienen a la cabeza muchos rostros. El resultado político fue nulo. Pero muchas vidas sufrieron un cambio decisivo.
Las relaciones que se tejieron en la “lucha” en torno a posiciones políticas, tanto de izquierda como de derecha, han sobrevivido más allá de las contradicciones.
Los cabecillas han tratado de buscarse un sitio o, mejor, se han replegado a posiciones más cómodas. Muchos han obtenido ese poder que creían detestar, pero que deseaban de forma escondida. A veces el poder político. Con frecuencia una posibilidad de influencia más concreta sobre la economía. Pero sobre todo el poder mediático, este poder fantástico de hacer creer que el mundo es como uno se lo imagina.
La mentalidad que domina todavía hoy en los medios de comunicación es la de mayo del 68. Los del sesenta y ocho han «tomado la palabra como se toma la Bastilla» (M. De Certeau). Con la diferencia de que esta Bastilla la ocupan todavía, y no tienen intención alguna de dejarse excluir.
Por el contrario, los jóvenes que pensaban que “hacían la revolución” en muchos casos tiraron por la borda –resuenan todavía en mis oídos las confidencias de muchas personas concretas– sus estudios y con ellos su vida personal. Hoy en día, solos, sin hijos, entre un trabajo y otro, tienen la amarga impresión de haber tirado la vida.

* profesor de Filosofía en la Sorbona