01-06-2009 - Huellas, n. 6
Obras y caridad La Brianza en Paraguay Stefano Regondi Jóvenes que salen de la cárcel. Por la nueva amistad que han encontrado en estos años empiezan a ganarse la vida trabajando en un taller de carpintería. Hacen objetos de decoración, muebles y sillas. No son piezas de diseño, pero sí algo bien hecho. Estamos en Asunción, la capital de Paraguay. trabajando en la carpintería. La historia fue avanzando. Nos propusimos mejorar la calidad del trabajo que ya realizaban y buscar nuevos oficios para los chicos. Fue así como se abrió camino una nueva idea, la de crear una escuela de carpintería aquí en San Lorenzo, en el centro de la ciudad. Sigue contando Giovanna: «Compré unas máquinas para fabricar muebles y le pedí a mi hermano Luigi, carpintero de toda la vida en la zona italiana de Brianza, que viniera a visitarme para asesorarme y ver como estábamos trabajando». Era junio de 2006. Luigi voló hasta Paraguay y se quedó con su hermana durante dos meses. «Giovanna me pidió que fuera a echar un vistazo. Ayudé a estos jóvenes a dar los primeros pasos en este trabajo, cuidando la seguridad laboral y dándoles instrucciones precisas. Les pedí que hicieran pequeños trabajos. Pero los instrumentos de los que disponían eran demasiado obsoletos; ni siquiera mis abuelos los utilizaban…». De vuelta a Italia, convencido de la bondad del proyecto, decidió donar parte de la maquinaria de la empresa familiar. «Con las máquinas que tenían corrían el peligro de hacerse daño, no aprendían y sobre todo no podían fabricar algo bonito. Con lo cual envié a Paraguay un container de instrumentos que para ellos eran muy modernos. Llega el container”. Los chicos lo aprovechan en seguida. Nada más quitar los embalajes, se ponen manos a la obra, bajo el atento control de la arquitecta Carolina Esteche que sigue las obras de esta inusual carpintería que lleva el nombre de “Brianza”. Con un martillo o un cepillo en las manos se marca el ritmo del tiempo. Se cuidan todos los detalles y las palabras de Pèguy toman cuerpo: «Trabajaban cada pieza de la silla que no se veía con la misma perfección de las partes que se veían, según el mismo principio de las catedrales». «He visto unas fotografías con los trabajos de los chicos y la verdad es que empiezan a hacer unas piezas muy bonitas», añade Luigi: «Con el tiempo empiezan a hacer las cosas bien». Otro cargamento. Se conmueve al decirlo, como si pensara en una ocasión desperdiciada. Me cuenta de los días pasados en Paraguay: «Se nota que estos chicos han encontrado allí una esperanza para su vida. Además, obedecen a Pedro de una manera increíble. Les propone que recen y lo hacen, les invita a ir a misa y le siguen sin rechistar. Un par de veces con una furgoneta en la que caben seis personas, fuimos al santuario de la Virgen de Caacupé para rezar. La cosa me sorprendió mucho. Estos jóvenes, que incluso han matado, con Pedro y los demás están cambiando». |