El ejemplo de Marco Biagi

La noche del 19 de marzo, Marco Biagi, profesor de Derecho Laboral de la universidad de Módena y consejero del Ministerio de Trabajo (para el que acababa de realizar el Dosier del empleo), fue asesinado por un comando terrorista que lo asaltaba ante la puerta de casa. Deja mujer y dos hijos de trece y dieciocho años. Este es el texto del comunicado de prensa que CL ha difundido el día siguiente del atentado

Se ha asesinado bellaca y fríamente a un hombre, a un padre de familia, a un profesor, por su colaboración en la revisión de la legislación laboral. En primer lugar, queremos estar cerca de la mujer y los hijos con la oración a Cristo, el único que puede redimir su infinito dolor, el único que puede dar esperanza ante una muerte que participa de la Suya.

Es precisamente la búsqueda de la esperanza lo que nos empuja a invocar un cambio de vida y de mentalidad. No es posible creer que se tiene la verdad en el bolsillo para servirse de ella en lugar de servirla y para utilizarla como arma contra los demás. La presunción de ser portador de bien, contra todo y contra todos, es el cáncer de la sociedad y el origen de una violencia autodestructiva. Bin Laden está más cerca de lo que creemos; la experiencia del terrorismo no es de otros, sino nuestra, como si incubásemos la negación de nosotros mismos.

En el rechazo sincero del delito, todos se afanan por proclamar que el terrorismo no tiene nada que ver con la modalidad típicamente italiana de la lucha política, llena de absurdas intemperancias verbales, recíprocas ilegitimaciones, sectarismos que niegan la realidad sustancialmente democrática de nuestro país. ¿Qué tiene que ver el terrorismo con los corros festivos y manifestaciones populares que se pasan “inevitablemente” de la raya, con discursos que llegan a ser “inevitablemente” violentos e intolerantes, con un enfrentamiento ideológico que “inevitablemente” lleva hacia el enfrentamiento social y con el sostenimiento de posturas que “inevitablemente” terminan en la negación del compromiso? También escandaliza el simple hecho de pensar que el terrorismo tiene algo que ver. Y en este escándalo hipócrita alguien muere y el terrorismo se alimenta.

En cambio, nosotros proponemos seguir el ejemplo de quien - como Marco Biagi - ha trabajado y trabaja para que, como dice hoy el Papa, «en la querida nación italiana se consolide un clima de entendimiento entre las partes sociales, para una solución pacífica de los problemas existentes».
Gabinete de prensa de Comunión y Liberación
Milán, 20 de marzo de 2002

 

La dialéctica y la vida
El panfleto que los estudiantes de GS de Módena, la ciudad donde el profesor Biagi daba clase, repartieron al día siguiente del atentado

Ayer, de camino al colegio, lo que nos desconcertó e hizo reflexionar fue que el meollo de la cuestión no había sido y no era la muerte de un hombre, sino reafirmar una vez más la propia posición y la necesidad de un enfrentamiento. Entonces nos dimos cuenta de que este crimen nace del odio por el que un hombre, podría ser el padre de cualquiera de nosotros, no es más que “un engranaje del poder político” y, por tanto, su muerte tiene el mismo peso que una pluma. No se comparte la existencia humana, sino la ideología. A nosotros nos interesa sobretodo, por encima de cualquier ideología, compartir la existencia y reafirmar el valor y el significado de nuestra vida y la de cada hombre. Queremos gritar con fuerza que la política debe nacer de esto y estar al servicio de esto. De lo contrario, cada gesto político, en cuanto inocuo, alimenta de hecho el odio hacia el hombre, hacia cada hombre particular. La política debería inclinarse ante un solo hombre y revisarse a sí misma.
“¡A la dialéctica le sustituye la vida!”
Los chicos de Gioventù Studentesca de Módena

La vida triunfa
Extracto de la homilía del cardenal Giacomo Biffi en el funeral del profesor Biagi. Bolonia, 22 de marzo

Cualquier hombre, especialmente en las horas más difíciles y decisivas, está llamado a revivir el misterio de Jesús crucificado y resucitado. Hay momentos en los que toda luz se apaga y se agota toda esperanza. Una losa opresiva parece sofocar en nosotros todo sentimiento o deseo de vivir. Pero no será para siempre, nos dice hoy la palabra del Señor. Llega el momento en el que la losa cae rodando, como ocurrió aquella mañana de primavera en el sepulcro de Cristo. La oscuridad dura poco; sólo desde mediodía hasta las tres, como en el Calvario. Después triunfa la vida sobre la muerte y este triunfo no tendrá fin. No busquéis a vuestro amado hermano entre los muertos, nos dice también a nosotros el ángel de la resurrección. Éste vive con el Señor Jesús, en el que ha creído y esperado. Nosotros lo volveremos a ver y él volverá a vernos a nosotros, en una patria donde no se consentirá a la crueldad de los hombres tomar posesión de nuestra alegría. Es una crueldad verdaderamente obtusa e incomprensible. ¿Imaginarían que eran los impávidos héroes de una lucha contra los poderosos y la tiranía mientras disparaban por la espalda a un hombre solo e indefenso que volvía a casa en bicicleta después de un día de trabajo? ¿Quién sabe? Ideológicamente desfasados, verdaderamente creían cumplir una acción profética al servicio de una ilusoria época de mayor justicia, y no han hecho más que repetir una vez más - en esta vicisitud toda ensangrentada que es la historia del mundo - el viejo acto infame de Caín. (...)

Nunca como en estas circunstancias nos damos cuenta de lo fácil que es, para quien rechaza ver en el hombre - en cada hombre, incluso el que tiene pensamientos y propósitos diferentes de los nuestros - la imagen viva de Cristo, conjugar vileza y fanatismo y llegar a dar muerte con despiadada y alucinada premeditación a un hermano inocente, con tal de perseguir sus irrazonables y erróneos sueños.