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De la amistad, la obra. De la obra, la amistad
Hace cinco años un grupo de familias, al que se fueron sumando algunos profesores, empezaron a promover la construcción de un colegio en Villanueva de la Cañada, un municipio cercano a Madrid. Muchas otras familias del pueblo se han ido adhiriendo al proyecto tras la presentación del mismo en el Centro Cultural de la localidad en varias ocasiones a lo largo del último año. Hoy el edificio material empieza a alzarse y a dar forma visible a ese incomparable edificio que es la amistad movida por una Presencia. Así, el pasado 6 de febrero tuvo lugar la ceremonia de la “primera piedra”

CLARA FONTANA

El día amaneció radiante y, una vez más, constatamos cómo Otro arrasa con nuestras previsiones e incertidumbres. La tarde anterior un gran nubarrón había ensombrecido el cielo de nuestro pueblo, descargando lluvia en los campos e inquietud en los ánimos. Una ceremonia de colocación de la primera piedra bajo la lluvia, en un terreno arcilloso convertido en un barrizal y en mitad de una obra, no entraba en las previsiones de quienes con gran esmero habían organizado el acto.

Un cuerpo social
Habían confirmado su asistencia al mismo el obispo auxiliar de la diócesis de Getafe, el alcalde de Villanueva de la Cañada, Luis Partida, varios miembros de la corporación municipal, Javier Restán, Consejero delegado de Deporte y Montaña de la Comunidad de Madrid, y muchos de los accionistas y amigos de esta obra, cuya semilla se puso hace ya cinco años. Otros, estuvieron presentes en la distancia con la oración, como han hecho siempre y en la cercanía absoluta del ideal y de la grave responsabilidad educativa que estos tiempos exigen.

Lo más importante
Fue inevitable volver atrás la mirada al ver allí congregadas a tantas personas sin las cuales el edificio en ciernes que teníamos ante nuestros ojos nunca se habría levantado. Cinco años jalonados de euforias y dificultades, de relaciones de amistad que se han ido fortaleciendo en el trabajo codo con codo, sacando tiempo de donde no lo había, por un gran ideal: crear un lugar donde se pueda educar. En un principio sólo contábamos con nuestra amistad y con la certeza de que la vida merece la pena, que tiene un significado que ansiábamos comunicar. Aunque entonces nos parecía que carecíamos de demasiadas cosas, teníamos lo más importante. La misma certeza que ha acompañado estos años de camino común, la que nos hace amanecer cada día con esperanza, la que hemos compartido con tantas personas que nos han ayudado y apoyado, es la que queremos comunicar a los niños y jóvenes que un día, si Dios sigue queriendo, vendrán al colegio.

Colegio Internacional Kolbe
Nervios y emoción en los preparativos. Ninguno habíamos asistido nunca a una ceremonia similar. Excavadoras, grúa, hormigón y barro constituían el inevitable telón de fondo. En realidad, las obras, encargadas a la Constructora San José, avanzan a toda prisa y la estructura de la primera planta estaba ya levantada en esta colocación simbólica de la primera piedra. Las tres carpas, que albergaban algunas mesas para el aperitivo adornadas con flores, ocupaban por unas horas el lugar de paso de los camiones de la obra. La primera parte de la ceremonia fue la bendición de las obras por el obispo. Una vez más, la liturgia de la Iglesia acompañaba el momento con las palabras justas, expresando exactamente la experiencia de estos años y el sentir de todos, que se expresaba en la petición del salmo 89: «Haz prósperas las obras de nuestra manos». La lectura (1Cor 3, 9-11): «Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo».

Piedras vivas
Agradecimos mucho la presencia y las palabras pronunciadas por nuestro obispo, recordándonos cuáles son las “piedras” que estábamos bendiciendo, esos niños para los cuales se está alzando el colegio. Y en esa tarea, nos recomendaba la compañía de la Iglesia y el poner nuestros desvelos en manos de la Virgen.
Tras la bendición se adelantaron el alcalde, el obispo, Javier Restán y Ángel Mel, nuestro director general, e introdujeron los periódicos del día y algunas monedas en una caja dispuesta para la ocasión. Hubo hasta algún comentario jocoso por parte del alcalde: «Algún día, cuando los arqueólogos la desentierren dirán: “¡Qué atrasados! Utilizaban papel”. Teníamos que haber metido algún soporte informático». Luego, se introdujo la caja en un agujero profundo y la cubrimos con paletadas de tierra - quien con mayor arte, quien saliendo del trago como pudo -. Rivalizaron pala en ristre concejales, alcalde, directores del colegio, el arquitecto y el consejo de administración casi en pleno.

El arquitecto y el artífice
A continuación, intervinieron algunas de las personalidades asistentes al acto. El arquitecto, Carlos Brugarolas, expresó su deseo de llegar a celebrar la gran fiesta, el día en que el edificio estuviera terminado y manifestaba la satisfacción de ir viendo cómo lo que había proyectado sobre el papel y en su imaginación iba cobrando forma. Esto último lo suscribíamos todos. ¡Nos parecía mentira! Luego, unas palabras de Ángel que casi se podrían resumir en una: «Gracias», a cada uno de los que han hecho posible que hayamos llegado hasta aquí, mencionando especialmente a los accionistas, por su apoyo a veces a costa de un gran sacrificio, y a las familias, que han llevado el peso de la casa en estos años de trabajo, llevando en el corazón esta obra como el primero. Expresó también cómo todo había nacido de un grupo de padres en el ejercicio de su responsabilidad para con el conjunto social donde les ha tocado vivir.

Más allá de nosotros
Luego, el proyecto fue creciendo, siempre superando nuestra capacidad de previsión y nuestra imaginación. Y esto era evidente viendo las caras de cuantos nos reuníamos allí, a muchos de los cuales podemos llamar ahora amigos. Muy de agradecer asimismo la intervención del alcalde, que valoró el que algunas familias del pueblo hubieran emprendido una aventura así, recordando también las dificultades que habían ido surgiendo y alegrándose de que se hubieran ido superando. En fin, el clima, ya cargado de emoción y alegría, se distendió del todo a la vista de un estupendo aperitivo que disfrutamos juntos. Ahora, ...a seguir “manos a la obra”.