La guerra en Iraq
En defensa del pueblo de EEUU
A pocos días del estallido de la guerra, conversamos con David Forte, profesor de derecho en la Cleveland State University y un estudioso muy valorado por la administración de EEUU. La postura de un católico ante la Guerra

A Cargo De maurizio Maniscalco

Algunas personas afirman que es “injusto e ilegal” declarar la guerra a Sadam Husein. ¿Considera usted correcta tal afirmación?
Lo primero que hay que comprender es que EEUU está ya en guerra, y lo está desde hace un año y medio. Desde el 11 de septiembre de 2001 el país, a través del Presidente y del Congreso, ha declarado la guerra al terrorismo internacional y a aquellos que lo protegen y lo sostienen. El problema no es si EEUU deba o no “ir a la guerra”, porque estamos ya en guerra. El problema es si hay que abrir un nuevo frente en esta guerra o esperar a que Sadam Husein lo abra contra nosotros.
Esto se convierte en una cuestión de prudencia. ¿Fue acertada la decisión de los Aliados de abrir un frente en Italia antes de la invasión de Francia? ¿Tendría EEUU que haber tratado de detener el reforzamiento de los japoneses en Guadalcanal antes de que pudiesen construir una base lo suficientemente grande como para atacar todavía más al sur en dirección a Australia? Sadam Husein posee armas de destrucción masiva que podría utilizar principalmente contra la población civil. Las ha desarrollado en contra del derecho internacional y violando los acuerdos firmados por él mismo, y las ha utilizado sobre civiles. Odia a EEUU. En medio de una guerra, ¿es acertado que EEUU espere hasta que suceda un ataque de Sadam contra miles de civiles, o queremos desarmarle antes de que pueda golpear?

Aunque el problema sea abrir o no un frente en una guerra que está ya en curso, ¿sería sin embargo justa una acción de este tipo?
Lo único peor que una guerra justa es una paz injusta. Sadam Husein es responsable de la muerte de casi dos millones de personas, la mayor parte de las cuales eran musulmanes. Mata a aquellos que se le oponen, aunque pertenezcan a su familia. Tortura a sus oponentes y se dice que le gusta asistir a las torturas. Se considera a sí mismo como un segundo Josef Stalin. Una solución que dejara abierta la posibilidad de que Sadam llevase a cabo otros horrores con personas inocentes sería la mayor injusticia.
Todo el mundo se da cuenta ahora de que la falta de una acción de fuerza condenó a cientos de miles de africanos a ser masacrados en Ruanda: Ruanda fue un ejemplo de paz injusta. Fue necesario el uso de la fuerza para prevenir otra masacre en Kosovo. ¿Es posible que queramos condenar a otras personas al dar a Sadam una vía de salida?
Santo Tomás de Aquino recomienda que si el pecado del soberano acarrea «mayor daño, espiritual o temporal, al pueblo», habría que castigar al soberano en vez de dejarle vivir en paz. Sadam Husein hará mal a muchísima gente, y lo ha hecho ya. Él es un escándalo para el mundo, en el sentido espiritual de la palabra. No tiene en cuenta el derecho internacional, invade países vecinos, masacra a su pueblo. El verdadero escándalo sería tolerar a un hombre como ese cuando existe la oportunidad de apartarle del poder.

El presidente Bush sigue declarando que Sadam Husein es el mal. ¿Es un modo adecuado de considerar la situación?
A comienzos de los años ochenta el presidente Reagan había puesto en aprietos a todo el establishment secular definiendo a la Unión Soviética como “el imperio del mal”. Los laicistas se sintieron mal porque, en su relativismo, habían perdido el criterio con el que definir cualquier cosa como “malvada”. Pero en Europa Oriental y en Rusia la gente sabía que el sistema comunista era malvado, y esos pueblos sufrieron y resistieron durante décadas contra un mal intolerable. Su triunfo fue un triunfo del espíritu humano.
Aquellos que no logran ver el mal no logran ver el pecado, y es la realidad del pecado la que da un sentido al sacrificio de Cristo y nos informa de nuestro deber de combatir el mal. El motivo por el que los obispos americanos afrontaron tan mal el problema de los abusos sexuales es que los consideraban como una debilidad psicológica y no como un pecado. Porque el pecado destruye todo el bien: sólo si vemos el pecado como tal, y el mal como tal, podemos tener la valentía de aceptar enfrentarnos con él y derrotarlo.
Por eso la posición del presidente Bush es espiritualmente sólida: trata de impedir el mal que destruiría a los inocentes. Elie Wiesel, que se opone a la guerra casi en cualquier circunstancia, ha declarado: «Tenemos la obligación moral de intervenir en donde gobierna el mal: hoy ese lugar es Iraq».

¿ Constituye Sadam Husein una amenaza para EEUU?
A este respecto no hay ninguna duda: trató de asesinar a Bush padre, ha desarrollado armas que, si son utilizadas, destruirían decenas de miles de vidas, ha invadido dos países vecinos y goza con la muerte de sus enemigos. De nuevo, como nos ha enseñado santo Tomás, el primer deber del que gobierna es proteger la vida y la religión de su pueblo. Hoy tendríamos que añadir que el primer deber comprende la protección de la libertad de la gente, porque no hay ninguna vida ni ninguna religión que tenga sentido sin libertad. George W. Bush está completa y honestamente convencido de que Sadam Husein constituye una amenaza directa para el pueblo de EEUU y para nuestra libertad, y de que es un deber moral proteger a este pueblo. Si, a causa de la opinión pública internacional, no lo consiguiese, faltaría a la primera obligación que Dios le ha confiado. Su perseverancia en proteger a su pueblo frente a sus enemigos es un acto de valentía moral.
Y va más allá. El presidente está preocupado por la guerra a largo plazo contra los regímenes que sostienen, albergan o crean las condiciones para que la plaga del terrorismo pueda crecer. Él mira por el bien del pueblo iraquí y por la seguridad del pueblo americano: quiere darles la oportunidad de tener seguridad y libertad, desea compartir con ellos el don que se nos ha dado. Recordemos al sacerdote y al levita que pasaron junto al hombre malherido en el camino de Jericó: obedecían la “ley”, que les impedía tocar al que parecía un hombre muerto. Pero el samaritano, el no judío, el hereje despreciado, sólo buscó hacer el bien a aquel hombre que sufría. Indudablemente, el samaritano sigue siendo despreciado por los que ven solo la “ley” y no las obligaciones de la justicia.

Hablando de ley, ¿sería legal una intervención americana en Iraq desde el punto de vista del derecho internacional?
Sin duda: sería legal porque estamos ya en guerra, y Sadam Husein es un aliado de nuestros enemigos. Además de por esto, es legal también por otros motivos. Para evitar que los aliados continuasen la primera guerra del Golfo y depusiesen su régimen, Sadam aceptó medidas muy rígidas. Ha infringido todas aquellas promesas, por tanto retomar la guerra es totalmente legal ateniéndonos a las cláusulas del armisticio. En segundo lugar, el derecho internacional contempla la autodefensa, y un acto de autodefensa no requiere esperar hasta que el enemigo ataque primero, si conocemos sus intenciones y sus recursos. En tercer lugar, las reglas de la intervención humanitaria que se van desarrollando, sobre todo a partir de los años noventa, permiten a un estado intervenir con la fuerza en otro país para prevenir el genocidio y otros crímenes contra la humanidad. Los armamentos de Sadam tienen un solo objetivo: la destrucción en masa de personas inocentes.
Además, algunos críticos de la política de EEUU siguen pensando en el mundo como el producto de un sistema westfaliano inventado hace menos de cuatro siglos. Ese sistema considera a los estados totalmente soberanos, con rígidas delimitaciones territoriales y el control total dentro de ese territorio. El sistema westfaliano cayó con las Torres Gemelas. Las amenazas a la paz están tanto por encima como por debajo de los estados nacionales. Bajo el sistema westfaliano la soberanía significaba el poder legítimo sobre un territorio, pero esa noción de soberanía es contraria a la tradición de la Iglesia. Hemos visto siempre la soberanía como una autoridad moralmente legítima, que proviene de Dios y se mantiene si se preocupa por el bienestar de su propio pueblo. George Bush comprende la visión católica de la soberanía mucho mejor que muchos diplomáticos occidentales. Sadam Husein, con sus acciones, ha perdido toda legitimidad como soberano.

¿Qué piensa de la oposición a la guerra?
La oposición tiene facetas muy variadas, muchas de las cuales manifiestan un odio simple e indigno hacia EEUU. Otras, en mi opinión, se oponen de buena fe, aunque se equivocan.
Tengo que decir que no respeto las objeciones francesas y alemanas: su posición es completamente carente de escrúpulos. Alemania ha expresado su oposición porque el canciller Schroeder, que está a punto de caer en una derrota electoral aplastante debida a una pésima gestión de la economía alemana, se ha aferrado de forma oportunista a este problema para buscar el consenso de una fuerte corriente pacifista en el pueblo alemán. La posición francesa es todavía más cínica: Jacques Chirac ha tenido durante mucho tiempo una relación personal y financiera con Sadam Husein. Francia misma puso las bases para dejar de ser una gran potencia después de la Segunda Guerra mundial, y ni siquiera Charles de Gaulle pudo cambiar este hecho. Ahora ve una oportunidad para separar a EEUU de Europa y para obtener una mayor influencia diplomática en una nueva Europa. Y, para hacer esto, se olvida de los miles de americanos que murieron y están aún enterrados en su tierra, americanos que fueron allí para salvar a Francia. Además, con sus acciones, Francia no se preocupa de la seguridad de un aliado que la ha protegido durante cincuenta años.
En cuanto a los demás, considero que se trata de una cuestión de memoria. Ahora está de moda una canción folk de Darryl Worley que tiene por título Have you forgotten?, ¿Has olvidado?, y habla de las Torres Gemelas. Pero la escasa memoria de Occidente va más allá. ¿Ha olvidado Francia la condena que impuso a Europa con el fiasco de la invasión de Renania? ¿Ha olvidado Alemania lo que puede hacer un dictador brutal con el gas tóxico? Y las Naciones Unidas, ¿han olvidado lo que sucedió con la Liga de las Naciones cuando rechazó afrontar la agresión japonesa en Manchuria?
EEUU no ha olvidado.