UGANDA
Una oportunidad fuera de la cárcel

Ebanistas, albañiles y carpinteros: en esto se convierten los muchachos de los cursos del COWA, que una vez fuera de la prisión corren el riesgo de vivir solos en medio de la calle. Lo comentamos con Corrado Corradini, que talla muebles en Kampala

A CaRgo De PAOLA RONCONI

En Kampala, la capital de Uganda, también trabaja el COWA, en colaboración con AVSI, ocupándose de la formación profesional de los chicos que salen de las cárceles de menores. Las redadas policiales en Kampala están a la orden del día, y a menudo terminan en la cárcel chicos culpables de pequeños robos o simplemente de vivir en la calle. Llegan incluso a estar dentro un par de años antes de ser juzgados. «COWA dispone de una oficina en el interior de la cárcel y propone a los muchachos actividades muy sencillas: pintura, alfarería o creación de vídeo para ocupar su tiempo». El que nos cuenta esto es Corrado Corradini, que trabaja en el proyecto desde hace años. Dice que ha hecho un poco de todo en su vida, «¡incluso de albañil en Nairobi!». Actualmente elabora en Kampala la única artesanía popular de muebles en estilo veneciano y enseña ebanistería a los chicos del COWA.

Pero, ¿una vez que salen de la cárcel?
Cuando salen, la mayor parte de estos jóvenes no saben hacer nada. El que quiere puede matricularse en nuestros cursos de ebanistería, de carpintería metálica y de construcción en cemento armado en la COWA Vocational Training Centre, la escuela profesional. Son cursos de dos años y al final del segundo año tienen la posibilidad de trabajar durante tres meses en empresas, para lo que llamamos industrial attachment (prácticas). En muchos casos, este período concluye con un contrato en la misma empresa. Pero el trabajo no es el único problema con el que nos encontramos.

¿A qué se refiere?
Cuando los muchachos salen de la cárcel, muchos de ellos son abandonados a su suerte y resulta difícil encontrar a la familia de origen. En ese caso hay que ir por los pueblos, hacer indagaciones y preguntar por ahí. El problema surge cuando la familia no vuelve a acoger al chico porque lo que hizo supone un factor de deshonor. Aunque si con el tiempo aprende una profesión, esto puede facilitar la relación con la familia.

¿Dónde viven mientras tanto?
Los trabajadores sociales del COWA también se ocupan de esto: los jóvenes viven en grupos de tres o cuatro. Entre ellos se elige un capo-casa, más responsable, bajo la supervisión de un trabajador que le sigue, le ayuda a reinsertarse y tiene informada a la autoridad local de estos pequeños grupos.

Y, ¿cómo se mantienen?
Económicamente se sustentan mediante las adopciones a distancia mientras no puedan conseguirlo por sí mismos. Los dos años de estudio son fundamentales tanto por el trabajo como por ellos mismos.
El COWA lleva también una escuela para chicas huérfanas tras morir sus padres de SIDA y con muchos hermanos a su cargo. Para ellas hay cursos de cocina, de costura, etc. «Trabajar no es sólo llevar a casa un sueldo», concluye Corradini.