Polonia

La peregrinación a Czestochowa


Los orígenes de la peregrinación a la Virgen Morena. En los años 70, participaron quince estudiantes de CL, marcando el comienzo de los viajes y los contactos con el cardenal Wyszynski y con el joven Karol Wojtyla

Emanuele Boffi

En el libro de don Massimo Camisasca (Comunione e Liberazione - La ripresa 1969-1976) se narran los comienzos: «Durante una estancia en la Universidad de Poznan, Lella Assogna, entonces estudiante de Medicina, descubrió que la peregrinación a Czestochowa era uno de los momentos de mayor participación de los universitarios católicos polacos y, por tanto, una posibilidad de entrar en contacto con el movimiento universitario. Flavia Matella, con los responsables del CLU, propuso la primera peregrinación a Czestochowa, en la que participaron unos quince chicos». Eran los años 70 y desde entonces, con los viajes del p. Gianni Calchi Novati, de mons. Gianni Danzi y del p. Ricci, Comunión y Liberación comenzó a estrechar lazos con el cardenal Stefan Wyszynski y con un joven Karol Wojtyla. Desde entonces hasta hoy, año tras año durante el periodo estival, un nutrido grupo de miembros del movimiento participa en la peregrinación. Hoy, como al principio, la mayoría del pelotón lo constituyen estudiantes que acaban de terminar la selectividad o recién licenciados.

La imagen pintada por San Lucas
« Madre, soy todo tuyo y todo lo mío es tuyo», dijo Juan Pablo II colocando una rosa de oro en el altar de la Virgen Morena del santuario de Jasna Góra. Era el 4 de junio de 1979 y durante tres días casi tres millones de fieles, muchos de los cuales habían llegado a pie, rezaron con el Papa polaco ante aquella imagen de María que, según la tradición, habría sido pintada por el evangelista Lucas. Eran los años de la opresión soviética, los muros seguían en pié (sólo tres años más tarde a Juan Pablo II se le negó el permiso para participar en el 600º aniversario del santuario), pero aquellas palabras y el número de los fieles hicieron visible lo que desde entonces se denominó la “revolución pacífica”. Y en 1991, desmoronado el muro, más de un millón de jóvenes llegó a Jasna Góra en la solemnidad de la Asunción para celebrar la IV Jornada Mundial de la Juventud. De ellos, casi 120.000 procedían de los países del este de Europa, sobre todo de la Unión Soviética, y no sólo eran católicos, también ortodoxos, protestantes y greco-católicos.

La resistencia del “gallinero”
Desde su fundación en 1382, el santuario de Jasna Góra ha sido meta de peregrinaciones, costumbre que no se interrumpió ni siquiera durante los periodos de ocupación del suelo polaco (en 1800 el país desaparecerá del mapa de Europa y el zar Nicolás I tratará de impedir la afluencia de peregrinos acusando a la Virgen de ser la «principal revolucionaria»). Tal vez por esta razón, en la conciencia del pueblo el santuario se ha convertido en un símbolo de libertad política y religiosa, signo de la intercesión de la Madre de Cristo. En concreto, los polacos recuerdan un episodio sucedido en 1655 cuando, cerca ya de capitular ante los invasores suecos, se inició la contraofensiva justo en Jasna Góra. Era el 18 de noviembre y el general sueco Muller y sus 3.000 hombres asaltaron el santuario defendido sólo por el prior, el padre Autgustyn Kordecki, 170 soldados, 20 nobles y 70 monjes. El combate duró 40 días y concluyó con la victoria del “ejército de María”. El fortilitium marianum, llamado con desprecio “el gallinero” por Muller, resistió. El rey Juan Casimiro consagró el país a la protección de la Madre de Dios, proclamándola “Patrona y Reina” de las tierras de su Reino y a Czestochowa la “Capital espiritual de Polonia”. Un segundo episodio, más reciente, se remonta a 1948 cuando el entonces primado, August Hlond, con la amenaza comunista a las puertas, pronunció palabras que se revelaron proféticas: «La victoria, cuando se dé, será victoria de la Madre Santísima». Palabras que serán repetidas el 26 de agosto de 1956 por el cardenal Stefan Wyszynski durante su prisión en las cárceles del estado. El 26 de octubre sería liberado.

La llamada de Jasna Góra
Desde entonces, el número de los peregrinos ha crecido de forma exponencial, recibiendo un impulso decisivo con la elección del cardenal Wojtyla como pontífice. La presencia de Comunión y Liberación se inserta en esta gran tradición. «Hay quien ha participado ya 18 veces», cuenta Michal Orkisz, quien, junto con el p. Andrzej Perzynski y el p. Giuseppe Bolis, se ocupa de acompañar a pie a los jóvenes peregrinos italianos y polacos desde Cracovia hasta Czestochowa. «La peregrinación que parte de Cracovia - cuenta el padre Jerzy Krawczyk, otro responsable de CL - nació como una “marcha blanca” en 1981, inmediatamente después del atentado al Papa. Muchos en Polonia han aprendido a reconocer el movimiento gracias precisamente a esta iniciativa. En ella participan estudiantes, trabajadores, recién casados y también personas de cierta edad; lo que les une es la certeza de que serán escuchados por la Madre Reina». Para Józef Jonecky, uno de los primeros participantes en la peregrinación de Cracovia, «los signos que Dios escribe en la historia humana son extraños. Cuando caminas sientes el cansancio en las piernas, buscas algo de sombra para resguardarte del sol que te zumba en la cabeza, tienes los labios secos. Es difícil explicarlo con palabras, pero es justo en esos momentos cuando Dios te da la mayor certeza de su presencia. En mi vida he participado 15 veces en la peregrinación, al principio tal vez con una motivación, ¿cómo podría decirlo?, “patriótica”, casi para oponerme a un régimen que quería controlar mis pensamientos y mis acciones. Hoy, se evidencia cada vez más la experiencia de formar parte de un pueblo que camina, consciente de tener un punto de partida y una meta». Un pueblo que cada tarde a las 21.00 se recoge en oración al son de las campanas del santuario. Los polacos lo denominan “la llamada de Jasna Góra”, es el momento de recitar la oración: «María, Reina de Polonia, estoy ante Ti, me acuerdo de Ti, velo».