EXPOSICIÓN
Peru
El Señor de los Milagros
Desde hace 350 años la devoción más popular
de Perú
Después de un siglo de evangelización, en 1651, en un barrio pobre
de la «Ciudad de los reyes» de Lima, capital del Virreinato de América
del Sur, un humilde pintor negro representa a Jesús crucificado sobre
un sencillo muro de adobe. Inmediatamente objeto de la veneración de una
Hermandad de esclavos negros, llamados “los Angolas”, se vuelve paulatinamente
signo de la acción misericordiosa de Cristo, sobre todo en los momentos
más dramáticos en la historia de la ciudad. A través de
los terremotos (ya desde 1655), las curaciones milagrosas y las innumerables
gracias, «gentes de toda condición y origen social, humildes y nobles,
dirigieron confiadamente sus ojos a Cristo doliente, colgado en la cruz» (Juan
Pablo II, Carta por el 350 aniversario, octubre 2001). En el mes morado, octubre,
el Señor de los Milagros recorre las calles de la ciudad seguido por una
multitud de devotos y peregrinos.
Todavía hoy en una Lima de diez millones de habitantes, en un país
herido por muchos dramas, un pueblo entero dirige su mirada hacia el rostro del
Señor de los Milagros, encontrando en Él el origen de su unidad,
la fuente de su esperanza, el humilde orgullo de su pertenencia a Cristo y a
la Iglesia.
La exposición quiere documentar el “milagro” de una de las
devociones católicas más populares del mundo, que año tras
año renueva la fe y reanima el deseo de felicidad en millones de peruanos.
Ha sido elaborada por un comité científico del que forman parte
el P. Giovanni Paccosi, Dr. Andrés Aziani, Dr. José Antonio Benito,
Dr. Francesco Pini, Dr. Gian Corrado Peluso, Lic. Daniel Giannoni y el Arq. Luis
Villacorta; y está patrocinada por la universidad Católica Sedes
Sapientiae. Por el valor de la iniciativa, muchas instituciones como la Embajada
de Italia y algunas empresas están patrocinando su exhibición en
Perú durante los meses de octubre-noviembre.
Cabe destacar la total simpatía y disponibilidad de las Madres de las
Nazarenas (nombre que se da a las Carmelitas Descalzas del monasterio de clausura,
reconocidas con Bula del Papa Benedicto XIII en 1727), que desde hace siglos
custodian al Cristo Moreno y cuidan la fe y la esperanza de un pueblo.