Puerto Rico CLU

En el bosque del Toro Negro

Del 25 al 29 de mayo de 2003 tuvieron lugar en el centro de la Isla las vacaciones del CLU de Puerto Rico. Para la mayoría de los estudiantes que participaron se trató de su primer encuentro con el movimiento

Entender trabajando
Llevo unos años participando en el CLU de Puerto Rico y estas fueron mis terceras vacaciones. Sin embargo, fue la primera vez que me vi envuelta en los preparativos de las mismas y que asumí ciertas responsabilidades. Yo nunca he sido del tipo muy servicial y todas las mañanas al levantarme más temprano que todos para preparar el desayuno con mi compañero Pedro me arrepentía de haber aceptado tal responsabilidad. Pero, una vez comenzaban a levantarse todos, a comer y a conversar me alegraba de ser parte de lo que estaba aconteciendo. Entendía que nuestro esfuerzo no produce nuestra compañía que, en cambio, es un regalo gratuito de Otro hacia nosotros. Ahora comprendo mejor lo que Fabrizio me ha repetido muchas veces: que es maravilloso tener una “amistad operativa”, pues siempre que me tocaba hacer algo lo hacía en compañía de mis amigos y para nuestros amigos. Estas vacaciones le han dado un aire nuevo al primer encuentro que tuve hace unos años con CL.
Camil

Crecer siguiendo
Ir en busca de una persona o de una cosa, ¿para qué? Seguir la compañía conlleva entender algo cada vez más profundo y con más fuerza. He podido participar en tres vacaciones con los amigos del CLU. Cada una supone una experiencia particular, original y única. Sólo con el tiempo se va adquiriendo seriedad y certeza frente a las últimas preguntas. ¿Por qué merece la pena que yo viva? ¿Cuál es el significado de la realidad? ¿Qué sentido tiene la existencia? Seriedad, por ser una pregunta de la que nadie se puede escapar. Certeza de que la respuesta sí acontece, se realiza y se puede seguir. La razón de ser de nuestra existencia es descubrir la felicidad, porque toda la vida busca la eternidad; este fue nuestro lema en las vacaciones.
Pedro

Metáfora de la vida
Para mí estas vacaciones fueron una especie de metáfora: ascender a la cumbre de las dos grandes montañas supuso darme cuenta de la amplia ruta de la vida. Las personas que me acompañan: mis amigos, familiares o allegados me ayudan a escalar esa gran montaña, a conquistarla; en cambio, si hubiera estado solo me habría vuelto. Nos pasamos toda nuestra vida buscando una forma de ganarnos el cielo, y pienso que un ateo cuyas acciones son como Dios manda tiene “chance” de encontrar lo buscado. Fui a las vacaciones con la duda de si iban a ser un tipo de retiro y con la expectativa de divertirme, conocer gente, escuchar pequeñas conferencias y por el ladito darle gracias a Dios por las cosas que día a día me regala.
Orlando

Conocer a Cristo
Cierto es que «Toda la vida busca la eternidad», pero ¿sabremos en realidad qué significa esto? En esta búsqueda afanosa pasamos por alto lo que es la verdadera felicidad; Cristo nuestro Señor. He crecido educada en la fe católica: mis padres siempre me enseñaron que no había cosa más importante que la fe; pero fue a los 15 años cuando por decisión propia comencé a ir a misa todos los domingos. A decir verdad, si le sumamos el afán por cumplir los mandamientos, mi encuentro con Dios se limitaba a esto. Después de pasar por varias situaciones difíciles, como la muerte de mi padre, me sumergí en una profunda depresión. Hace aproximadamente un mes mi cardiólogo me mandó un tratamiento agresivo contra la depresión, porque ya me estaba afectando demasiado. Cuando llegué a las vacaciones comencé a sentir una alegría difícil de describir. Poco a poco fui experimentando el encuentro con Cristo Resucitado. Este encuentro se fue dando a través de la compañía y la amistad con la gente. Cantando, jugando y riendo juntos se manifestaba el amor de Cristo. Durante esos cuatro días entramos en contacto con la naturaleza como yo nunca lo había hecho. Experimenté la majestuosidad divina en todo su esplendor. Admirando la belleza de la naturaleza y el calor de la amistad, que innegablemente se puede comparar con la de un grupo de personas que se conocen desde niños, nos encontramos con Dios. Sinceramente puedo decir que he conocido a Cristo.
Jancy