Música

Nacido para correr

Lleva treinta años en la cresta de la ola, es Bruce Springsteen, el Boss de la música rock. La fuga, los amigos, el amor, la familia, la sociedad... y alguna excusa para escuchar su música, en continua evolución

MARCO GIANI con la colaboraCiÓn dE walter muto

De todas partes nos llegan estímulos, pero en especial nos llega uno de la pluma de quien ha escrito el artículo sobre Springsteen al que nos remitimos. Una ocasión para volver a llevar la música al gran auditorio, incluyendo la llamada música ligera, que apasiona a la gran mayoría de los jóvenes, pero no sólo; y afirmo esto en respuesta a vuestras peticiones.

El espacio, lamentablemente, no da para abarcarlo todo, pero recibiremos encantados vuestros análisis, comentarios, trabajos personales o en grupo, acerca de fenómenos musicales o ligados a la música, e intentaremos recoger y sintetizar los aspectos y lecturas más interesantes.

En su gira de 1998, Bruce Springsteen, antes de cantar su canción más significativa, Born to run (Nacido para correr, ndr), pronunció estas palabras: «Tenía 24 años cuando la escribí en mi casa de Long Branch, en New Jersey. Cuando pienso en ello, me sorprende darme cuenta de que ya entonces tenía muy claro lo que quería. Las preguntas que expreso en esta canción son las mismas para las que ahora sigo buscando respuesta. Cuando la escribí, me imaginaba la historia de un chico y una chica que querían marcharse lejos y no volver. Era una idea bonita y muy romántica. Pero después de haber hablado de aquella gente, de aquellos automóviles, me di cuenta de que tenía que buscarles también un lugar al que dirigirse. Al final, me di cuenta de que si la libertad personal no se encuadra en una comunidad, la de los amigos o la de la gente que nos rodea, se acaba, porque no tiene un sentido». Primero el inmenso deseo de la libertad, plasmado en la idea de la fuga, y después el reconocimiento de la importancia que tiene la comunidad, los amigos, una persona a la que amar.

Una gran promesa
Ya en este álbum (Born to run, 1975), junto a un punto de partida no precisamente de color de rosa, encontramos grandes esperanzas o, para decirlo a la manera de Springsteen, grandes promesas («En la vida hay una gran promesa») muy difíciles de mantener. El protagonista de Backstreets (Carreteras secundarias; ndr), intenta hacerlo con su chica, Terry; pero «después de todo ese tiempo, nos dimos cuenta de que éramos igual que los demás, parados en un aparcamiento y obligados a confesar que andamos por carreteras secundarias», o sea, a tener que conformarse sin poder apagar plenamente la sed. Pasando por el siguiente álbum, Darkness on the edge of town, 1978 (Oscuridad a las afueras de la ciudad, ntr), marcado por una mayoría de escenarios desesperados, si bien con un hilo de esperanza, llegamos al doble álbum The River, 1980 (El río; ndr), en el que encontramos todos los temas que el artista tocó en esos años. Un hito importante es sin duda la espléndida Title-track. Es el ejemplo de un hombre al que no le queda ninguna esperanza, ninguna posibilidad de huir, pero misteriosamente continúa, como si fuera una exigencia estructural, rebelándose contra la resignación y exigiendo aún la tan suspirada Belleza que había entrevisto con su amada en la juventud (el protagonista sigue yendo al río, que es el símbolo de su vida, a pesar de que éste está ya seco).

Pero quizás la gran carrera inaugurada con Born To Run y con todas las promesas que en sí llevaba, está a punto de finalizar. La sed se hace cada vez más acuciante y no hay nada que pueda responder. Así llega Nebraska, 1982, álbum acústico, como un golpe en el estómago. Envuelto en atmósferas a veces oníricas y a veces espectrales y violentas, Bruce, sin más armas que la voz, la guitarra y la armónica, muestra toda su fragilidad humana sin esconderse detrás del amor o del rock. En la canción Open all the night (Abierto toda la noche; ndr), invoca al rock, que hasta ese momento era su razón de vivir, con estas palabras: «Sálvame de esta nada». Pero ni siquiera el rock pudo salvarlo, como él mismo admite: «Llega un momento en el que te das cuenta de que no es posible vivir en ese r’n’r dream que llevas dentro. Si lo haces, traicionas su mismo principio y dices cosas sin sentido. Si insistes en ello, acabas como uno de esos pedantes decadentes que sólo hablan de sí mismos. Y no vale la pena. No es digno de un hombre caer tan bajo. Pero esto no quiere decir que disminuya la importancia del sueño y de lo que implica». Born in the USA, 1984 (Nacido en EEUU; ndr) es el final de la gran carrera. Bruce grita: «Llevo diez años quemando la calle / Ningún sitio adonde correr, no tengo ningún lugar adonde ir».

El túnel del amor
Cuando parece que ya nada puede salvarlo, llega el amor. No el amor de una noche, pues Bruce contrae matrimonio y, como consecuencia, nace su álbum Tunnel of love, 1987 (El túnel del amor; ndr). Pero, aunque muchas de las canciones son positivas, se vuelven a ver algunos de los fantasmas de Stolen Car (Coche robado; ndr): «Por la noche, me arrodillo y rezo / para que nuestro amor ahuyente a ese otro hombre / pero él nunca nos dirá adiós / yo tengo dos caras», (Two faces, Dos caras; ndr); la fragilidad humana, la duda y la semilla de la infidelidad. Entonces Springsteen rompe todos sus vínculos con el pasado, se divorcia de su mujer y se separa de la que ya era su familia, la E Street Band (de la que formaba parte desde los 17 años) y contrae nuevamente matrimonio con una antigua corista, Patti Scialfa, con la que tiene tres hijos. De todas estas experiencias nacen los dos discos de 1992. Un Bruce regenerado que después de tantas palabras quiere cosas reales, concretas, quiere adentrarse completamente en la realidad, aun sabiendo los riesgos que comporta. Y algo muy concreto es el nacimiento de sus hijos, de donde sale una de las pocas canciones en las que reconoce la existencia de Dios (ver el box).

Humano, no ideológico
El siguiente álbum, The gost of Tom Joad (El fantasma de Tom Joad; ndr) está casi enteramente dedicado a las injusticias sociales de los EEUU, sobre todo en la zona de la frontera mexicana, donde la miseria se encarna en los personajes de las canciones. Pero a pesar de las trágicas situaciones que narra, este aspecto (el social) es significativo, porque demuestra la profunda humanidad que caracteriza a Bruce, por encima de cualquier mirada ideológica que trate de buscar una solución global a los problemas del mundo, como la que tienen muchos de sus compañeros. Bruce se identifica con hombres simples, con sus historias, sus esperanzas y sus miedos, y no sólo lo hace desde el escenario; fuera, en la práctica, ayuda constantemente a asociaciones humanitarias.

Son emblemáticas las dos canciones nuevas que aparecen en el reciente disco Live in NYC (Vivir en New York City; ndr): en American Skin (Piel americana; ndr) retoma, con una mirada humana, un caso de racismo y Land of hope and dreams (Tierra de sueños y esperanza; ndr) parece ser una especie de retorno a la gran promesa. Una mirada a la realidad, pero sin olvidar el ideal, que reconoce sobre todo la importancia de tener una compañía, unos amigos, una comunidad, en la búsqueda (ahora totalmente abierta) de la felicidad.

«Así que pienso que los dos chicos de la canción buscaron amigos. Es lo mismo que busco yo esta tarde. Esta canción habla de dos personas que buscan el camino a casa. La canto para todos vosotros. Es una canción que me ha acompañado en mi búsqueda y espero que os haga compañía también a vosotros en la vuestra».