¿Somos hombres o clones?

En Estados Unidos experimentos con clonaciones de embriones humanos para obtener células madre. En Italia la hipótesis de la Comisión Dulbecco. ¿Qué se perfila en el horizonte genético? Hemos hablado con don Roberto Colombo, responsable de la Unidad de Investigación en Biología y Genética humana de la Universidad Católica de Milán.

A cArGO dE ENRICO NEGROTTI

Afinales de noviembre la noticia de que una industria biotecnológica estadounidense, la Advanced Cell Technology (ACT), había realizado experimentos de clonación de embriones humanos para obtener células madre dio la vuelta al mundo en pocas horas, despertando en la opinión pública una sensación de desconcierto unida al miedo y a la atracción de la novedad. Era difícil rechazar la sensación de que el ser humano estaba siendo tratado como un animal de laboratorio, de la misma manera que la oveja Dolly, que antes de ser generada había “necesitado” el fracaso de 276 experimentos. Sin embargo, los investigadores de la ACT, empezando por el presidente Michael D. West, intentaban aplacar la tormenta que se desencadenó inmediatamente. Dos son las armas de defensa de los biotecnólogos: por un lado, destacan el intento de hacer progresar la investigación para acercarse a la posibilidad de curar graves enfermedades con las células madre; por otro, niegan que se trate de una verdadera clonación de embriones, sino sólo de un grupo de células. Para aclarar los términos de la cuestión hablamos con don Roberto Colombo, responsable de la Unidad de Investigación en Biología y Genética humana de la Universidad Católica de Milán, que acaba de terminar de escribir una voz para la Enciclopedia del genoma humano, que se publicará en Inglaterra por el mismo editor que la revista Nature.

Los responsables de la ACT anunciaron la clonación de algunos embriones humanos con objetivos científicos. ¿En qué se diferencia este experimento del procedimiento que llevó al nacimiento de Dolly y de otros animales clonados?
Técnicamente se trata, en este caso como en aquellos, del traslado de un núcleo de célula somática a un ovocito enucleado. La diferencia no viene dada por el método, sino por el objeto. Y en esto reside la falta de racionalidad de lo que se ha hecho. En investigación científica, como en cualquier otra indagación sobre la realidad, el objeto que se quiere estudiar impone el método. La diferencia de objeto impone la diferencia de método. No se puede investigar sobre el hombre utilizando el mismo método empleado en la experimentación animal. Si fuera así la biomedicina quedaría reducida a veterinaria o a zootecnia.

Los investigadores de la ACT han tratado de eludir el juicio negativo sobre sus experimentos, bien negando haber producido verdaderos embriones humanos, bien subrayando la importancia “terapéutica” de la clonación. ¿Se trata de justificaciones razonables?
La razón (y por tanto tampoco la ciencia) no es medida de todas las cosas, sino apertura a la realidad según la totalidad de sus factores. Que un embrión humano sea un embrión humano y no un grupo de células, no depende de que yo lo llame así: si así fuera, se caería en el nominalismo. Son sus factores constitutivos los que lo convierten en una realidad que la razón reconoce como el inicio del desarrollo de un organismo humano, es decir, un embrión. Por otra parte, si admitimos que los fines terapéuticos justifican cualquier medio para conseguirlos, caeríamos en el maquiavelismo. Como escribía Kant, el hombre es siempre un fin en sí mismo y nunca un medio. Nominalismo y maquiavelismo son dos peligrosos errores de la bioética.

¿Qué relación existe entre los experimentos llevados a cabo en Estados Unidos y cuanto ha propuesto en Italia la Comisión Dulbecco con la idea del TNSA*, la considerada “vía italiana”, que permitiría la producción de células madre insertando en un ovocito el núcleo de una célula adulta sin llegar a formar un embrión?
Los experimentos llevados a cabo en Estados Unidos son una realidad, documentada y coherente con todo lo que sabemos de los factores implicados en la clonación y sobre su éxito: se genera un embrión igual en todo a aquel que se desarrolla a partir de la fecundación. El TNSA es un sueño falto por completo de realismo y en contradicción con toda la literatura científica: del traslado de un núcleo a un ovocito o no se desarrolla nada (como en algunos casos) o se desarrolla un embrión. Tertium non datur. No hay otra posibilidad. Y no se pueden obtener células embrionarias sino a partir de un embrión. En este caso se podría citar a Platón, que decía los hombres buenos son los que sueñan con hacer lo que los malos ya hacen.

Continuamente se escucha que el conocimiento sobre células madre no puede prescindir de la experimentación con embriones humanos. ¿No sería posible concentrar los estudios en los animales?
Sí, por ejemplo clonando un embrión de mamífero, cultivando algunas de sus células multipotentes (capaces de transformarse en diferentes tipos de tejido, ndr) e induciéndolas a diferenciarse en cultivo (in vitro). La reprogramación de los núcleos ya ha sido estudiada en animales de laboratorio, lo que constituye un modelo óptimo para obtener información sobre la diferenciación y la inestabilidad de las células madre. Antes incluso que moralmente, está científicamente injustificado utilizar al hombre en lugar de animales.

¿Qué responder a quienes reclaman esperanza para el Alzheimer, Parkinson y otras enfermedades degenerativas y piden que no se detenga el progreso de la ciencia?
La esperanza es una certeza respecto al futuro, que se funda sobre una realidad presente. Y la realidad que hoy está presente mayoritariamente en la investigación sobre terapias celulares está constituida por las células madre obtenidas de cordón umbilical, o de tejido fetal o de adulto. No es necesario crear y destruir embriones humanos para obtener células madre. La sorprendente plasticidad (la capacidad de diferenciarse en un tejido diferente del de origen, ndr) de las células aisladas de diferentes tejidos en los últimos dos o tres años, las convierte en candidatos ideales para la terapia regenerativa de diferentes enfermedades. La necesidad de disponer de células madre con fines terapéuticos no es una razón adecuada para obtenerlas de embriones humanos.

¿Qué perspectivas puede ofrecer la medicina en un futuro próximo con la terapia celular?
La categoría suprema de la razón es la posibilidad. Que sea posible lo imprevisto y lo imprevisible, es razonable admitirlo incluso en el campo de la investigación biomédica. Antes de que Jenner introdujera la vacunación, hace un siglo, esta forma de profilaxis era impensable. Los descubrimientos de Flemming y Chain sobre la penicilina, que junto con la vacunación cambiaron la clínica de las enfermedades infecciosas, eran inimaginables en el siglo XIX. La salvación del hombre no depende de la medicina, su salud sí. Pero una y otra tienen en común una dinámica, la del acontecimiento, la del imprevisto y lo imprevisible. El acontecimiento de la salvación no depende del hombre, la salvación es una gracia. El segundo acontecimiento, el de la salud, nace de la aventura de la razón del hombre que ataca la realidad de la enfermedad para intentar derrotarla. Quien ha tenido la gracia de reconocer el primer acontecimiento tiene la facilidad de concebir la investigación científica y la medicina como una ‘diaconía’, como una inagotable posibilidad para el hombre de servir al hombre y no como una ocasión para humillarlo o destruirlo en su nacer. También Juan Pablo II ama la investigación porque ama la realidad y toda la realidad le entusiasma, porque «la realidad es Cristo», como escribe san Pablo en su Carta a los Colosenses.

* TNSA significa «Trasferimento Nucleare di cellule Staminali Autologhe», Trasplante de núcleos de células troncales, y equivale a clonación terapeútica o “no reproductiva”: se toma el núcleo de una célula del paciente que necesita un trasplante o injerto (enfermedades degenerativas como el Parkinson, Alzheimer, diabetes, diversas patologías cardiovasculares) y se transfiere a un óvulo enucleado para conseguir tejidos que, por ser genéticamente idénticos a los del donante, no plantean problemas de rechazo. El Prof. Colombo explica que la “vía italiana” pretendería haber logrado un imposible: desarrollar células madre a partir de un óvulo con un núcleo transferido, sin que llegue a formarse un embrión. Ahora bien, si un óvulo emprende el desarrollo, es para dar lugar a un organismo completo; de lo contrario, no da lugar a nada. El argumento que niega la condición de embriones a esas entidades biológicas es de una evidente falta de realismo, pues se basa en que no tienen ninguna posibilidad de desarrollarse por sí solos ¡porque para eso habría que implantarlos en un útero! Dicho argumento olvida que lo que define al embrión es su programa genético que, en las condiciones adecuadas, da lugar a un ser humano, y que la posibilidad de que sus células puedan ser utilizadas con otros fines (terapéuticos) incompatibles con un desarrollo normal no altera en nada su naturaleza.