Cartas
a cargo de MARÍA PÉREZ
Camerún
Mi camino
Mi querido don Gius: Cuando le miro en la foto me embarga la admiración
ante este anciano a quien debo que se haya iluminado mi mirada. No he necesitado
años de lectura para que sus escritos me hiciesen una persona nueva. Crecí
en una familia con unos padres muy atareados con sus negocios. Desde joven me
dediqué al fútbol, que me consolaba por la falta de afecto y me
permitía expresarme. Mi madre no me entendía y a veces se irritaba
por mi comportamiento y me zurraba hasta dejarme heridas. Día tras día
me alejaba de ella. Por lo que a mi padre respecta, no recuerdo haber oído
una sola palabra de su boca. Es el hombre del gran silencio. He aprendido a leer
su silencio. Alguna vez, en el pasado, vi en su mirada el amor paterno. Guardo
el recuerdo de él desde que les dejé y me lancé a la aventura.
Corté todo vínculo familiar. A los 11 años vivía en
la calle... A los 16 me establecí allí definitivamente. Yo era mi
padre, mi madre y mis seis hermanos. Necesitaba intrigas y violencia. Tenía
que ganarme el respeto, abrirme camino en este mundo violento y valerme por mí
mismo a toda costa. Sólo una cosa me movía: ser el mejor. ¡Demostrar
que era el mejor! Pero la calle es dura, no es una madre que corrige, alienta
y te toma en sus brazos. No, ¡la naturaleza no perdona! Nadie escapa a la
fuerza de la ley de la calle. Acabé en la cárcel. ¿A quién
podía dirigirme? ¿A quién recurrir? ¿Con quién
confiarme? Nadie venía a verme. ¡Nadie! Por aquel entonces me percaté
de que a las 14h en punto, cuatro veces por semana, venía un sacerdote
a visitar los menores (me encontraba recluido en la cárcel central de Yaoundé,
en la sección de menores). Nada más verle los chicos corrían
a su encuentro. Yo que había aprendido a estar sólo no me fiaba
de nadie. ¿Por qué acercarme a aquel cura? ¿Por qué
recoger las migajas de lo que les daba a esos niños? No, mejor pudrirme.
En la calle aprendí lo que es el honor; había superado mis pruebas
y me respetaban. Con el paso del tiempo, tuve que admitir que este sacerdote se
interesaba por mí. A veces se alejaba de los niños para acercarse
a mí. Me sonreía. Ese rostro me vencía, me hacía débil...
empecé a apegarme a él. Cuando salí de prisión, me
encontré con que el P. Maurizio venía a ver a los chicos de la calle.
Me buscaba, se sentaba conmigo y me hacía hablar de mí, cosa que
jamás había hecho con nadie en mi vida. Poco a poco se convirtió
en “mi persona”, como decimos nosotros de quienes amamos profundamente.
Gracias a él conocí a Mireille, que le acompañaba en sus
visitas por las calles. Le tomé cariño. Algo verdadero y profundo
la hacía distinta. Ya tenía a dos personas con las que podía
abrirme incondicionalmente. Me invitaron primero a la misa de CL todos los jueves;
luego a la Escuela de comunidad, a la que ahora acudo todas las semanas. Fue allí
donde le encontré, don Giussani. Sus escritos me fascinaban. Mi admiración
crece día tras día. No logro expresar todo lo que siento. Hoy tengo
23 años. Sigo jugando al fútbol y espero hacer carrera. El resto
de mi tiempo lo paso en el centro social Edimar y con el P. Maurizio, Mireille
y los demás educadores. Trabajamos juntos para reinsertar a los jóvenes
de la calle en sus familias y en sus ambientes sociales y laborales. He vuelto
a tomar contacto con mi familia. Rezo a la Virgen por usted, don Giussani. Mis
recuerdos sinceros para usted y para toda la gran familia de CL.
Bali Dèsiré, Yaoundé
EEUU
Dale y Micki
Mi mujer y yo tenemos problemas opuestos. Ella quiere tener cada vez más
amigos, mientras que yo he sido siempre un antisocial. Ella conecta con facilidad
con los demás, yo me aíslo para no sufrir esas heridas que a veces
se reciben. Micki, hija de padres divorciados, de pequeña tenía
un padrastro que le negaba amor y protección. A mi, hijo de un devoto ministro
metodista y de una madre indulgente, me amaban profundamente. Era el pequeño
de cinco hermanos, el niño mimado de la familia, de manera que me volví
egocéntrico. Oía a menudo a la gente decir palabras sumamente amables
a mi padre y, a sus espaldas, hablar mal de él sin saber que yo estaba
escuchando a hurtadillas. Empecé a desconfiar de todos y a escudarme tras
mi disgusto por la hipocresía para apartarme. Decidí vivir como
un ermitaño aun yendo a trabajar todos los días y me construí
una cabaña en el bosque. Busqué en los anuncios de los periódicos
un perro guardián para vigilar mi casita mientras estaba en el trabajo.
Encontré al perro ideal que estaba buscando... y su dueña era Micki.
Puesto que me había vendido el perro, empezó a visitarlo y, con
el tiempo, surgió una relación bonita entre nosotros. Ahora llevamos
casados veintisiete años. No obstante el amor y la confianza mutua, Micki
sigue deseando amigos verdaderos y yo sigo siendo poco sociable. Descubrí
Comunión y Liberación leyendo la revista Traces. Andaba buscando
algo más que una revista y cuando la leí empecé una amistad
por correo electrónico con Valentina y, después, con otros. En 2001
participé en la reunión de la Diaconía nacional cerca de
Washington DC. Jamás había experimentado un afecto tan auténtico
con varias personas. El pasado enero, Micki y yo acudimos juntos a la cita de
la Diaconía en Chicago. Sabía que le gustaría, pero no creía
que Dios obrara un milagro tan grande a través de esa circunstancia. Otra
vez Micki se confió no a algunos, sino a todos, saliendo a hablar al micrófono.
Yo me sentía muy tranquilo. Habló de nuestros hijos y preguntó
cómo podemos demostrarles un amor incondicional cuando resulta evidente
que estamos condicionados. Jonathan y don Fabio nos contestaron desde la mesa.
Durante todo el fin de semana muchos amigos nos acompañaron y nos ayudaron.
El afecto que nos demostraron mediante una caridad auténtica, fruto del
Misterio, fue la respuesta viva a nuestros interrogantes. Entre ellos no sólo
hemos entendido, sino que hemos experimentado la comunión y la liberación.
Dale, Missouri
Rumania
Sentido único
Monseñor Giussani: Le doy gracias a Dios porque usted existe y porque ha
escrito el libro Los orígenes de la pretensión cristiana, en cuya
presentación yo también tuve el honor de participar. Aquel encuentro
ha cambiado mi vida en un sentido excepcional y verdadero. Me llamo Mónica,
estoy casada con Cristian y tenemos un niño de cinco años, Mihai.
Vivimos en Bucarest, Rumania. No quiero robarle demasiado tiempo con mis palabras
sencillas. Después de una introducción para presentar el libro,
siguieron dos testimonios de personas extraordinarias, Ezio Castelli y Rosetta
Brambilla, y luego una invitación a participar en la Escuela de comunidad.
Desde entonces mi vida ha tomado una determinada dirección, un sentido
único, el de seguir a Cristo y sus enseñanzas, porque nada es tan
bonito y verdadero como «este abrazo total, esta posesión que de
nosotros tiene Otro, Otro que es el Misterio mismo», como usted dice de
manera admirable. Me acuesto por la noche esperando la mañana siguiente
para dar gracias a Jesús y a la Virgen, rezar y agradecer como usted nos
enseña. Pero no es todo. Le escribo hoy en una ocasión especial
para mi familia. Acabamos de recibir en nuestra casa cinco niños maravillosos,
niños de un instituto que necesitan una familia, el cuidado y el amor de
una madre y el calor y la protección de un padre. Es un día cargado
de emoción y alegría. Quizás se pregunte, al igual que mis
amigos, por qué lo hemos hecho. Le contesto desde lo hondo de mi alma.
Me ha movido una fuerza interior que viene del corazón, algo más
grande que el amor y la piedad, algo que no puedo definir. La fuerza de Dios es
grande y yo siento su amor y su piedad para conmigo y para con mi familia. Por
ello, le amo y estoy convencida de que hará posible y hermosa nuestra convivencia.
Tanto para mí como para mi familia, que emprende hoy un nuevo inicio, así
como para usted, don Giussani, deseo abundante salud. Beso la mano que ha escrito
este libro y le deseo larga vida para que pueda escribir más libros, que
si Dios quiere puedan llegar también hasta mí.
Mónica, Bucarest
Entregar lo que nos toca
Querido Don Gius: Exactamente un mes antes de la Diaconía en Chicago, me
ingresaron en urgencias por un dolor de estomago. A la mañana siguiente
entraba en quirófano con la posibilidad de perder ambos ovarios. Mi vida
cambió totalmente en 24 horas. Tengo 23 años y no estoy casada,
me gradué de la universidad en diciembre de 2002 y la sola idea de quedar
estéril es bastante desesperante. Lo primero que aprendí fue que
no me basto yo sola; tuve que dejarme llevar por otras manos y no me molestó;
al contrario, me sentí acompañada y querida. Sé que antes
no lo hubiera percibido así, sé que me habría llenado de
rabia y de rencor y que habría tratado de valerme por mí misma.
Al poco tiempo, fui a la Diaconía de Chicago; llevaba varias preguntas
en mente: ¿Qué me pide Dios con esto? ¿Qué me toca
hacer? Estuve reflexionando mucho sobre La anunciación a María.
Leí esta obra el año pasado y me gustó mucho. Pensaba que
quería ser como Violaine, que se adapta a sus circunstancias y obedece
la voluntad del Señor. En Chicago, escuchando los testimonios de personas
a las que no conozco, pero que se parecen tanto a mí, se me ocurrió
que tal vez estoy llamada a otra cosa. Creo que por el momento debo ser más
bien como el padre de Violaine. Este personaje que, al igual que yo, no entiende
bien lo que ocurre, pero se ofrece al designio de Otro y va a orar con su cuerpo
peregrinando a Jerusalén. Así que esta es mi nueva actitud, voy
a hacer lo único que yo puedo hacer: ofrecer lo que me toca. La desesperación
me visita de vez en cuando, pero el reconocer que está completamente fuera
de mis manos, e incluso fuera de las de los médicos, hace que mi desesperación
se vuelva un poco absurda, pues no hay más remedio que seguir el camino
que se me indica. Gracias a usted he comprendido que nada de lo que tengo ni lo
que me pasa me lo he merecido. La relación con mis padres y mis hermanos,
mis amigos, mis éxitos y mi novio, nada tienen que ver con algún
esfuerzo mío. Son regalos de amor que he recibido porque hay Alguien que
me ama. Precisamente por esto tengo la certeza de que lo que me pasa ahora no
es un castigo. Trato de estar atenta a ver si algún día comprendo;
mientras tanto, camino. Quiero que sepa que mucha gente me pregunta cómo
es que soy capaz de sonreír mientras cuento esta historia, cómo
puedo estar tan feliz cuando esto es tan reciente; y cuando me preguntan, yo siempre
pienso en usted y en CL.
Camil, EEUU
De inicio en inicio
Unos meses después de mis primeras vacaciones con CL en 1993, entendí
que esta era mi casa. Y que aquí quería pasar el resto de mi vida.
Hoy, 10 años después, me doy cuenta de que he crecido como hombre
y como cristiano. Y que sigo con estas personas y en este lugar. Estoy contento
de pertenecer a una casa donde tengo tantos amigos y donde soy mucho más
de lo que era antes. Hay algo que me hace recordar las palabras de don Gius: «Él
está porque actúa». ¿Cómo es posible que con
estos barros nuestros se pueda hacer algo duradero? ¿Cómo he llegado
a perseverar diez años? ¡Esto no es el paraíso, no es nada
ideal! Es muy humano, real. Las relaciones se rompen, a veces fácilmente.
¡Nuestra compañía es todo un catálogo de humanidad!
Dentro de esta experiencia humana tan llena de contrastes y paradojas he vivido
intensamente, como nunca y he crecido como hombre. Luego aquí hay algo
más, luego creo que Él está como decimos tantas veces. No
puede haber otra explicación. Otro dato es que siempre en estos diez años
ha habido un nuevo comienzo para ir “de inicio en inicio”. Y esto
me lleva a volver a preguntarme cómo es posible. ¿Cómo de
unas vasijas tan frágiles nace una alegría y una amistad nuevas?
Esto ha pasado tantas veces que te olvidas de que nada de lo que tienes lo controlas
tú. ¿Qué significa este nuevo inicio? Nuevamente, algo extraño,
ajeno a nosotros aporta esta frescura; como un brote nuevo que despierta el corazón.
Un amigo, Madrid
Protagonistas
Ayer tuvimos en el colegio de mis hijos una charla-coloquio para informar y profundizar
en el anteproyecto de Ley de Protección a la Familia que ha preparado el
Gobierno de la Comunidad de Madrid. Era la primera vez que daba un testimonio
público presentando una forma distinta de afrontar la vida, a la que no
se está acostumbrado. En la iniciativa se implicaron también otras
familias del colegio, entre las cuales se viene dando una amistad entorno al interés
por la educación de nuestros hijos. Una de las cosas que más alegría
me produjo fue la gran ocasión que tuvieron algunas personas de ver a otras
que se interesan por intervenir como protagonistas de su vida en la historia.
Quiero dar las gracias desde aquí a José Manuel Mallén, MĒ
Angeles Gullón y Eduardo Gutiérrez por su disponibilidad, su ayuda,
su atención, su demostración de verdadera amistad. Quiero dar las
gracias a don Giussani, por quien se nos ha dado todo esto, y al Señor
porque suscita personas así para que otras como yo puedan crecer, madurar
y servirle.
Isabel, Alcalá de Henares
¿Quién lo diría?
La felicidad de estos días no ha sido el resultado de nuestro esfuerzo,
ni de nuestra inteligencia. Él es quien lo potencia todo, quien lo hace
todo. ¡Quién me diría que esto acontecería, que Él
cambiaría nuestras vidas de un modo tan radical y nuevo! Presentar el libro
de Giussani El Sentido Religioso en un lugar donde la relación con lo Eterno
ha sido exterminada consciente y periódicamente, y constatar luego el hambre
y la sed que vimos en aquel acto, es el mayor regalo. El hombre quiere la eternidad;
este deseo que tengo yo del Eterno también lo tienen todos los cubanos,
y esta realidad no deja de conmoverme. Lo cual nos hace conscientes de una nueva
fraternidad en un país donde reina la desconfianza: todos estamos hechos
para Él. Para la comunidad de Cuba lo que se nos ofrece con la presentación
del libro es una verdadera gracia: la oportunidad de recordarles a todos cuáles
son los elementos que nos hacen cristianos, que piden una humanidad nueva. Y también
es un servicio comunicar una manera de vivir que lo valora todo, que lo abraza
todo desde su misma raíz. Pedimos para que cada resquicio de nuestra existencia
sea para Cristo. Nuestro anhelo es este: que se cumpla en nosotros según
Su palabra. La comunidad cubana da gracias a don Gius por mostrarnos la Verdad
de la vida. Un fuerte abrazo a todos los que con la oración nos acompañan.
Yordanis, La Habana (Cuba)
La prenda de una vida más humana
Hay temas que nos cuesta digerir. Es más, son tan difíciles de abordar
que preferimos rodearlos antes que hacerles frente. El problema es que tarde o
temprano nos topamos con ellos. Una y otra vez. Y en cada ocasión más
arrechos [de mayor envergadura, ndr] que antes. Como es el de la positividad inexorable
de la realidad. En verdad que es duro. Cada vez que algo no se ajusta a mi ideal,
me digo «ahora sí, es tiempo de terminar de digerir este asunto.
Si Giussani y Leonardo lo dicen, debe ser verdad». Le doy vueltas, pruebo
mil razonamientos, mil argumentos. Haciendo gala de mi “espíritu
ingenieril” examino cuidadosamente todas las posibilidades, las causas y
los efectos. El resultado es siempre el mismo. Mi ideal, mi modelo de la realidad,
resulta ser tan estrecho que no hay espacio para una salida. La experiencia de
otras ocasiones me dice que ese es el momento exacto para dejarlo todo en manos
de Dios. Claro, no quiere decir que uno no debe colaborar, sino actuar con la
conciencia de que, al final, lo que ocurra será realmente bueno para su
vida. Y si nos dejamos ayudar por nuestros amigos, tanto mejor para nosotros.
Aun cuando sea en contra de nuestro ego. Todo esto es fácil de decir, excepto
cuando vives una situación dramática. Cuando pierdes el trabajo
para el cual te has preparado durante años y no te alcanza el dinero para
cubrir los gastos elementales. Cuando le pides a tu esposa que vaya a trabajar
a sabiendas de que no va a cobrar y en la noche, perdido ya el sueño, le
dices que no se preocupe, que ya nos las arreglaremos. Para nuestra fortuna, contamos
con la esperanza de saber que cuando menos te lo esperas, la misericordia de Dios
se manifiesta de la manera menos pensada. Tenemos la certeza de que las circunstancias
están hechas para nuestro bien, y que el haber estado en el ojo de la tormenta
nos ayudará, en el futuro, a llevar una vida mas humana.
José Antonio, Venezuela
Adopción a Distancia
¡Qué grande y qué novedoso es permitir a un niño continuar
en su medio, con sus afectos, con su familia! Es reconocer la positividad de lo
real, allí donde peor parece, permitir que este niño mejore sus
condiciones de vida sin alejarse de donde Dios lo puso. Trabajé en el Fuero
de Familia, como Asistente Social, en las adopciones legales, y comprobé
que hay niños que cambian su realidad en forma favorable, por lo que la
destaco como una opción válida para algunos casos. Sin embargo,
la Adopción a Distancia es una propuesta simple, al alcance de cualquier
persona, pero es importante reconocer que el punto de partida es la obra de Otro.
Cuando Claudio Palchetti me propuso comenzar en Córdoba esta experiencia,
me pareció algo difícil, pero inmediatamente me acordé de
mi colega Emilia Cesana y ¿por qué no pedirle a ella que interceda
por este nuevo inicio? En la tarea me arrastraba el ímpetu de Chiara Palchetti,
que se mete hasta el fondo de las cosas, y la paciencia de Aída (ambas
miembros de AVSI), que me llama todas las semanas y con dulzura me alienta y me
recuerda lo que me falta por hacer, que siempre es mucho. Comenzamos con una presentación
en Córdoba, a la que asistieron muchos buenos amigos. Ingenieros compañeros
de trabajo de Perico (mi marido) agradecieron poder hacerse adoptantes, ya que
no sabían cómo encauzar su ayuda. Otros resaltaron que, si bien
es una experiencia de Iglesia, se propone al corazón de todos los hombres,
sin condicionarlos a participar de un camino determinado. El testimonio claro
y certero de Chiara permitió a nuestros amigos descubrir algo verdadero,
que no se limitaba a un aporte mensual, sino la posibilidad de iniciar una relación
con alguien con quien aprender a vivir la gratuidad de un modo sumamente concreto.
También me impresionó que hubiera una respuesta tan afirmativa al
proponer algo que implica pedir dinero en un momento en el que se buscan caminos
de solidaridad, pero en que también se exacerba el individualismo. ¡Es
algo de otro mundo! Fue conmovedor también inaugurar en Despeñaderos
(Provincia de Córdoba) la primera guardería, que presentó
diez niños necesitados y cuya directora Belén, conoció CL
a través del padre Leonardo Grasso. Han pasado unos meses desde que comenzamos
todo esto, y verifico que estamos en un flujo de vida que, sin darnos cuenta,
concreta gestos de solidaridad y nos permite entablar relaciones sorprendentes.
Alicia, una maestra de Santa Fe, propuso a las alumnas de su curso hacer una adopción
entre toda la clase y lo tomaron con gran pasión; cada alumna mantiene
relación con su ahijada común, una persona concreta que está
también en su aula en una foto. Nosotros como familia también somos
adoptantes y nos comunicamos con nuestra ahijada Andrea y su familia, comprobando
que más allá del dinero existe algo más grande que no manejamos.
Ahora me han pedido que vaya a Río Cevallos en febrero para realizar una
presentación y otra en la ciudad de Córdoba, en Villa Revol, y también
se han interesado algunos amigos de Cáritas Archidiocesana de Córdoba.
Comenzamos el año con muchas expectativas.
Marité, Córdoba
(Argentina)