Unidad de vida
Los santos, verdaderos testigos de Dios, siempre aciertan a la hora de encontrar
los caminos para acercarse a los hombres y comunicarles la vida divina. Así
lo vemos en los que pronto serán canonizados. También nosotros
acertaremos en la nueva evangelización si unimos sin vacilaciones, como
quiere el Concilio Vaticano II, la profesión de la fe y la vida
de fe2, es decir, si lo que confesamos con nuestros labios lo hacemos verdad
con las obras de nuestras manos. Esta unidad de vida, que es el test certero
de la autenticidad cristiana, nos llevará sin duda a una creatividad
pastoral que abra caminos al Evangelio especialmente en los ambientes y lugares
donde la oscuridad se cierra a la luz de Cristo. La valentía y fortaleza
apostólica con que los nuevos santos se entregaron sin reservas a Dios
y a los hombres, y el fruto abundante de su entrega, es el mejor estímulo
para saber que Dios siempre está al lado de quienes se fían de
Él, y hace fecundos todos sus trabajos.
Los jóvenes y la transmisión de la fe
Queremos invitar de modo especial a los jóvenes, hacia quienes el Papa
ha mostrado siempre su particular predilección y cariño instituyendo
incluso las Jornadas Mundiales de la Juventud. El Papa confía en vosotros.
Cuenta con vosotros para el anuncio del Evangelio a las nuevas generaciones;
os considera los «centinelas del mañana», es decir, los que
vigilan a la salida del sol para ponerse en camino y comunicar la única
verdad que salva: Jesucristo, el Señor. Por eso, ha querido dedicaros
un acto especial en la tarde de su llegada, para alentaros en vuestra vocación
de apóstoles y testigos del Señor. [...]
El Papa, llamado por santa Catalina de Siena, «dulce Cristo en la tierra»,
pasa a vuestro lado, viene a encontrarse con vosotros y a confesar la fe en
Jesús como «Cristo, el Hijo del Dios vivo». Con el aliento
de María
El fruto de la visita, dependerá también de nuestra preparación
que desde ahora queremos estimular mediante la oración, las catequesis
preparadas para esta ocasión, y en general mediante el ejercicio fiel
de la vida cristiana. [...]
Nuestra invitación, llena de respeto y afecto, se dirige también
a quienes aun no siendo creyentes, valoran y aprecian la autoridad moral y el
servicio impagable que el Santo Padre presta al mundo defendiendo los derechos
humanos, la dignidad de la persona y la causa de la paz. [...]
Que la Virgen proteja al Santo Padre y haga muy fecunda su visita a España.
Y que, como Madre, aliente la vida de nuestras iglesias, de nuestras familias
y de cada cristiano.
Madrid, 19 de febrero
de 2003
1 Hch 1,8.
2 Cf. LG 35.