2004
Año Jacobeo Tercera etapa: el auge del camino
El esplendor de Santiago
Me preguntaba hace poco un amigo por qué ese
camino
y no otro. Circunstancias históricas, caballeros, reyes, monjes y obispos,
contribuyeron a la formación de las rutas para llegar a la tumba del apóstol.
Un elemento clave fue el pueblo cristiano que acogió a los peregrinos
y creció con ellos. Algunos rasgos del momento histórico en el
que se fraguó el Códice
Calixtino y los principales impulsores del Camino en torno al año 1000
Félix Carbó
El primitivo Camino hacia la tumba del apóstol Santiago entraba en la
Península Ibérica por Irún y Fuenterrabía, transcurriendo
paralelo a la costa Norte, por Cantabria y Asturias. Tras venerar en Oviedo las
reliquias de la Cámara Santa, se alcanzaba Galicia en Ribadeo, bajando
por Lugo hasta Santiago. Los peregrinos de la Europa nórdica, ingleses
sobre todo, acaban en La Coruña, Padrón, o Noya. En ocasiones,
flotillas de cruzados que iban a Tierra Santa se detenían en la costa
gallega para que los caballeros pudiesen acudir a venerar el apóstol.
... al Camino Francés
En el año 997 el caudillo moro Almanzor arrasa Santiago y destruye la
Catedral construida por Alfonso III. Siguiendo las vicisitudes históricas
el camino cambia en la medida que los reinos cristianos se afianzan en la frontera
del río Duero. Con ese nuevo límite del territorio cristiano los
peregrinos buscan la meseta y nace el camino que conocemos como Camino Francés.
Se cruzaban los Pirineos por San Jean de Pie de Port, pasando el puerto de Roncesvalles,
un lugar emblemático para los galos por el recuerdo del emperador Carlomagno
quién combatió en la península Ibérica en el 778;
en su viaje de regreso, su retaguardia, mandada por Roland, fue objeto de una
emboscada, inmortalizada en La Canción de Roland. Si el peregrino venía
de más al Sureste de Europa, y pasaba por Olorón, este otro ramal
atravesaba los Pirineos por el puerto de Somport, y ya en España llegaba
a Jaca. Ambos caminos se unían en Puente la Reina, en la provincia de
Navarra. Desde allí las principales etapas eran Estella, Logroño,
Santo Domingo de la Calzada, Burgos, Castrojeriz, Frómista, Carrión
de los Condes, Sahagún, León, Astorga, Ponferrada, Villafranca
del Bierzo, y se entraba en Galicia por el puerto de O Cebreiro.
A principios del siglo X
El Códice Calixtino, nos presenta a Carlomagno como primer peregrino en
el Libro IV conocido como “Crónica del falso Turpín” y
las etapas, aún actuales, nos las relata hacia el año 1100, en
el libro V el peregrino Aymeric Picaud.
Fue a principios del siglo X cuando se hace seguro el camino francés con
Sancho Garcés III (995-1035), Sancho III el Mayor de Navarra. Los documentos
de los últimos años de su vida le citan reinando en Pamplona, Aragón,
y Castilla, sobre la francesa Gascuña y enfrentado al rey leonés,
utiliza su título imperial al ocupar la ciudad de León (1034).
Ejerció un auténtico protectorado sobre los territorios cristianos
desde Zamora a Barcelona.
Los monasterios
consolidan el Camino
En el campo religioso, Sancho III favoreció la implantación de
la reforma cluniacense en los principales monasterios de su zona de influencia,
en Aragón y Navarra: San Juan de la Peña, San Salvador de Leire,
San Millán de la Cogolla, San Salvador de Oña.
El esplendor medieval del Camino esta relacionado con la expansión de
la reforma cluniacense propiciada por las relaciones privilegiadas establecidas
entre los reyes cristianos y la Borgoña francesa, centro de las instituciones
cluniacenses. Son múltiples los monasterios que se crean a lo largo del
camino y albergan y protegen a los peregrinos
El abad Oliva de Cluny, tenía amistad personal con el rey Sancho III y
le dirige una carta rey llamándole Sanctus rex Ibericus. En una reseña
recogida en un cartulario, Sancho, el rey de Navarra, se autodenomina «rey
de las Españas», y declara que habiendo «rechazado y deshecho
en gran parte a la gente ignominiosa de los agarenos», también llamados árabes,
ha puesto término a sus fechorías y extirpado sus «herejías» de
sus territorios, que «han aumentado considerablemente» debido a sus
victorias.
El reinado de Alfonso VI
Alfonso VI, nieto de Sancho III de Navarra seguirá su política.
Fue rey de León (1069-1109) y de Castilla y Galicia (1072-1109). En 1076
controla la Rioja desde el Ebro y va fijando la ruta por Carrión, Sahagún,
León y Ponferrada pasando por el Monte Irago hasta Galicia por el puerto
del Cebreiro, fundando su hospital entre otros del camino. Decreta medidas de
protección para favorecer a los peregrinos que utilizaban esta ruta. Elimina
algunos portazgos -impuestos que debían pagarse a la entrada de una población-,
ordena la construcción de Puentes Y repuebla puntos estratégicos
de la ruta, como la ciudad de Logroño en 1095. Vigila la construcción
de la actual Catedral de Santiago.
Se afianzan las relaciones con Borgoña
El 1079 Alfonso VI se casa con Constanza de Borgoña, hija de Roberto I
El Viejo Duque de Borgoña y de Alice de Nemour. De este matrimonio nace
Urraca futura reina de Castilla y de León.
Alfonso VI apoya a Cluny a la que manda donaciones anuales. Una vez reconquistada
la ciudad Toledo en 1086, llegó a proponer al francés Bernardo
como primer arzobispo de la ciudad de Toledo
Más tarde, en el año 1090, su hija Urraca se casó con el
noble franco Raimundo de Borgoña hijo de Guillermo I El Grande, Conde
de Borgoña, y hermano de Guido de Borgoña, luego arzobispo de Vienne
(Borgoña) y futuro papa con el nombre de Calixto II.
La unidad litúrgica
y la influencia
cluniacense
En aquel entonces en la Península se utilizaba una liturgia distinta a
la del resto de las iglesias europeas: el rito hispánico o mozárabe
reconocido por la Santa en 1066 y que se había configurado en la época
visigoda. El papa Alejandro II, culminando un largo proceso a favor de la unidad
en materia litúrgica, defendió la necesidad de cambiar el rito
hasta entonces utilizado. La resistencia presentada por el episcopado español
a la norma cluniacense en los monasterios se apoyaba también en razones
económicas, pues la regla cluniacense, era independiente del obispo diocesano,
y sólo estaba sometida a la Santa Sede, a la que debía pagar un
censo anual.
Gregorio VII –en disputa con el emperador germano– es quien consigue
de Alfonso VI en 1074 la unidad con el rito romano En un concilio reunido en
Burgos bajo la presidencia del cardenal Ricardo (1080) enviado papal se acordó solemnemente
la adopción de la liturgia romana en los estados occidentales de la Península.
El cambio de liturgia tuvo una influencia considerable y supuso el abandono de
la letra visigótica y adopción de la carolina.
Gelmirez
Se cita en la “Historia Compostelana” que Diego Gelmirez (1070-1140)
era natural de Galicia, «francés, de corazón, todavía
más que gallego» –escribe Menéndez Pelayo–, seguidor
de la cultura cluniacense que quiso adaptar a su pueblo. Trabajó incansablemente
por la hegemonía eclesiástica de las Españas, simbolizada
en la mitra que ceñía.
Asistió a varios concilios. En 1088 en el concilio, de Husillos (Palencia)
conoció al Cardenal Rainiero de Biedda (futuro Pascual II), también
antiguo monje cluniacense. Fue elegido obispo en Julio de 1100 por Pascual II,
después de ser ordenado subdiácono en Roma y presbítero
en Santiago. En 1104 viajó a Roma, obtuvo la autorización del propio
Pascual II para conseguir la dignidad arzobispal pero no la metropolitana para
Santiago.
El auge
La amistad de Gelmirez con Calixto II (Guido de Borgoña), nombrado papa
en 1119, venía de sus trabajos como secretario y canciller de su hermano
Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI. En 1120, volvió a solicitar
la dignidad metropolitana para la sede de Santiago y Calixto II accedió a
sus peticiones y además le concedió el título de legado
pontificio para las diócesis de Braga y Mérida.
Lo más importante para los peregrinos fue la decisión pontificia
del mismo Calixto II de conceder al Camino de Santiago el rango de “Peregrinación
Mayor”, en igualdad de condiciones que las peregrinaciones a Roma y Jerusalén,
y la celebración del año Jubilar cada vez que el 25 de Julio, festividad
de Santiago, cayera domingo.
Durante su pontificado, se terminó de construir la Catedral de Santiago.
En el libro V del Códice Calixtino, Aymeric Picaud recoge la descripción
de la iglesia original. Los datos son anteriores a la construcción del
Pórtico de la Gloria. La primera catedral se terminó en 1122 o
1124. La preocupación de Gelmirez por engrandecer Santiago es la que ha
hecho que el Códice haya llegado hasta nosotros.
Gelmirez convocó en Compostela siete concilios (del VIII al XIV). El concilio
de Carrión, 1130, fue el del máximo esplendor de los convocados
por el obispo de Santiago.