España
- Bachilleres
Tras los Ejercicios de Pascua en Chueca
Nombres que no se olvidan
Algunos testimonios de que «no hay separación
alguna entre la
materialidad
de la existencia y Cristo, que está con nosotros y que nos abraza. Somos
bien conscientes de nuestra fragilidad humana, común a todos los hombres,
pero también
de la certeza que tenemos en Cristo, que nos diferencia de todos los demás
y, en consecuencia,
sabemos de la alegría y el optimismo que explican la tensión incansable
a caminar en la vida»
a cargo de Soledad de las Hazas
No
temas: «Estoy aquí»
Acabo de llegar a casa después de ver la película de La Pasión.
Al terminar la película nos quedamos juntos para comentarla. Yo personalmente
no he podido pronunciar palabra, quizás por la facilidad de lágrima
que me caracteriza. Pancho me ha dicho varias veces que si estaba a punto de
llorar por la emoción, pero no, no ha sido la emoción –que
la he sentido–, ni la impotencia, ni ver el amor que Cristo nos tiene –que
también lo he reconocido–. Ha sido una escena concreta que creo
que por suerte jamás podré olvidar: es cuando Cristo va con la
cruz acuestas y la Virgen recuerda cómo cuando de niño tropieza
y ella corre a levantarlo diciéndole: «Estoy aquí»,
y decide ir a levantarlo y le repite: «Estoy aquí». A veces
dudo de lo que tengo o lo que me falta, de lo que sufro o de lo que disfruto,
de lo que soy y en lo que me quiero convertir, a veces dudo de la firmeza que
tiene mi fe y de lo que tardaré en caer en la nada, pero ahora, después
de ver esta imagen, tengo algo muy claro: aquí en esta compañía
he encontrado ese «estoy aquí». Yo tengo mi propia cruz y
con ese «estoy aquí» puedo volver a levantarme. Sólo
pido a Dios que me convierta en una persona capaz de poder decir a los demás: «Estoy
aquí», tal y como lo hace la Virgen con Jesús, y tal y como
la mayoría de vosotros habéis hecho conmigo. Y sé que es
esto lo que mi corazón desea, la presencia de Cristo a través de
la vuestra.
María de la O, Madrid
Puedo sacar el curso
Iba con gran miedo a los Ejercicios de Pascua porque sentía que no iba
a estar preparado. Pero estoy muy agradecido al Señor por la facilidad
con la que ha hecho que me conmueva y que desee tantas cosas, sobre todo en cada
gesto sencillo. Me he preguntado como hacía Gloria: «¿Qué quieres
de mí?» y sé que quiere que saque el curso. Lo que más
me cuesta es el estudio y reconocerlo ha sido un paso, así como ver que
solo no puedo. Pidiendo con sencillez de corazón –como leía
en la carta de Pepe publicada en el número anterior–, las cosas
se te dan. Para reconocerlo es fundamental mi petición y darme cuenta
que necesito ayuda. «La realidad te la da Alguien, y todo sucede para que
se avive esta conciencia», lo cual me resulta “súper” difícil,
pero tengo el deseo de poder verlo y la certeza de que las cosas se me irán
dando si permanezco y soy fiel. Yo quiero que Jesús sea en mi vida no
el primero, sino el único, porque sé que así comenzaré a
amar cada una de las cosas: los amigos, la familia, la caritativa, el estudio… Tengo
la necesidad y el deseo de ser educado y he empezado a pedir a Jesús que
me eduque a través de esta compañía que, para mí,
es cada vez más mi hogar.
Jesús Ángel, Parla
“
Mi” razón
No había pensado en ir a los Ejercicios de Pascua de los bachilleres;
es más, había decidido no ir. ¿Por qué? Porque no
estaba segura del terreno que pisaba, porque me asustaba el no saber estar ante
todo lo que se me abría delante, sobre todo me asustaba hacer las cosas
porque sí, porque los demás no esperaban otra cosa de mí,
porque a nadie le sorprendería que fuera. Me decían mis amigos: «Tienes
que ir», «tú siempre vas», «es lo tuyo...».
Pero, ¿por qué voy a ir? ¿Porque siempre voy? No. Sabía
que no iba a ir hasta que encontrara “mi” razón, lo que me
diría a mí misma y le diría también a los demás
cuando me preguntaran. Con esta decisión tomada, recibí ese mismo
día una carta de un amigo que me contaba todo lo que estaba descubriendo
por el simple hecho de fiarse de los amigos. Me decía: «Dios es
quien decide lo que me va a pasar, yo solo tengo que decirle “sí”,
y si Dios me quiere y quiere mi felicidad, ¿me puede pasar algo malo?
Yo me fío de Él y por ahora ha dado resultado, ¿por qué no
seguir?». Pues gracias a esto decidí ir. Y ¡he ido!, una vez
más, rescatada de la nada por un amigo. Me alegro de haber estado con
chicos que viven lo mismo que yo. Si no hubiera recibido esa carta y no me hubiera
fiado, no habría podido experimentar la verdad de lo que este amigo me
contaba. Cristo al ponerme a este amigo delante, cumplió su parte para
que lo descubriera, y yo al decir “sí”, cumplí la mía.
En estos Ejercicios, he podido darme cuenta de que todos tenemos un gran deseo: «Ser
queridos». Pero ser queridos así, como somos, con nuestras cosas
buenas y malas, con nuestros defectos y virtudes, como “la María” que
soy, y esto sólo se nos da en un lugar. Si no lo encuentras eres un desdichado,
pero si lo encuentras y te apartas de él, eres realmente tonto.
María, Parla
Tomarse en serio como nunca
Hace unos cuantos años me propusieron ir a Escuela. Fue mi encuentro.
Allí vi algo excepcional en Pancho, Enrique y Amparo, y me di cuenta que
yo quería vivir así, pues me daban envidia. Luego tuve la misma
experiencia con todos los bachilleres, sobre todo al conocer a los chicos italianos,
viviendo algo que quería que fuese para toda la vida. Me doy cuenta de
lo afortunada que soy y de la grandeza de todo esto. A pesar del primer encuentro,
he tenido muchos momentos de debilidad, sobre todo este año, con un montón
de problemas en todos los ámbitos. He visto que mi vida deja de ser una
aventura cuando no parto de lo que otras personas –que sé que aman
mi vida más que yo– me dicen. En esos momentos he vivido la realidad
sin amarla, sin fuerzas para afrontar tantos problemas de golpe, y viviendo para
olvidar. Por ello, decidí acudir a los Ejercicios. Me sentí reflejada
en todo lo que nos hacía ver Pablo, y se lo estoy agradeciendo mucho,
porque me ha abierto los ojos y me ha permitido continuar el camino tal y como
debería haber hecho hace mucho tiempo: tomándome en serio mi vida.
Tras los Ejercicios, mi vuelta a los estudios ha sido como nunca. Ahora vivo
mi vida como una aventura arriesgándome en todo, y cuando tengo momentos
de debilidad, busco a alguien de esta compañía para no vivirlos
sola y apoyarme en alguien que me ama. Mi mayor preocupación ahora es
el problema de mi abuela, que no sé cómo afrontar. Por culpa de
una enfermedad no se acuerda de nada y es como una niña pequeña.
Yo no me atrevo a ir a verla y siento un vacío enorme al no poder abrazarla
y darle todo el cariño que tengo en mi interior y quiero. Por eso estoy
pidiendo que algún día pueda superar este temor e ir a verla sin
ningún miedo, a pesar de que no me reconozca. Por fin me estoy tomando
en serio mi vida gracias a esta compañía. Y, como dice el lema
del Happening de los universitarios de este año, «la felicidad está asegurada».
Sandra, Alcobendas