OBRAS

Un malentendido onquistador

El que hoy conocemos como Instituto Hernán Cortés, empezó de forma casual. Eva, directora de esta escuela de idiomas, cuenta la historia de la empresa que enseña el español a gente de todo el mundo contando con una compañía real, con la Compañía de las Obras

BENJAMÍN RODRÍGUEZ MANZANARES

Cuando Eva Hernández acabó la universidad su sueño era quedarse investigando allí, sin embargo no fue así. La decisión de empezar con la escuela coincidió con el día en que entraba en una Casa de los Memores Domini. En una conversación con Carlo Wolfsgrüber sobre el trabajo, intentaba explicarle una idea, sin embargo, hubo un malentendido idiomático. Carlo le preguntó: «Pero tú, ¿qué quieres hacer?, ¿abrir una escuela de español para extranjeros en Madrid?». En ese momento intuyó que ése era el camino. Así comenzó todo.

Con José Luis
Cuenta Eva que al principio no había nada concreto, sólo una idea y una intuición. «Hablé con las de Casa y una de ellas me presentó a un empresario del Movimiento, José Luis Manjón, quien sin conocerme de nada, tuvo la caridad de escuchar lo que tenía en la cabeza, intentar darle una forma y ver si tenía o no cualidades para empezar una empresa. A partir de entonces empiezan las cenas de los miércoles para ir trabajando juntos».

Aunque en esa época no existía todavía la realidad de la CdO en España, empezó a vivirla desde entonces gracias a José Luis. «Para mí, la CdO era una persona que me acompañaba dentro de un camino profesional intentando que yo encontrara el mío. Y esto con una libertad impresionante ya que los pasos los tenía que dar yo. El siempre me repetía: “No te preocupes demasiado por el dinero o por las dificultades que se presenten. Si es verdadero, si tiene que ir adelante, irá adelante”».

El nombre
Decidió llamar a la escuela “Instituto Hernán Cortés”, porque «es un personaje fascinante. Ya sabía que no era un nombre comercial, pero es un cristiano verdadero, limitado y pecador, cuya tarea era obedecer al rey Carlos V descubriendo nuevas tierras para la Corona, pero teniendo siempre presente el ideal cristiano, Cristo era su Señor. Y yo quiero moverme por lo mismo».

La idea estaba avanzada y había que encontrar el dinero. «Volvía a casa preguntándome de dónde saldría, cuando casi me muero de la impresión, ¡había en el suelo un billete de mil pesetas de los de Hernán Cortés! ¡No era mucho, pero ya tenía algo para empezar, del resto se encargarían los bancos! Estaba claro que esta obra que empezaba era suya y que sería Él quien la llevaba adelante! El billete lo enmarqué para no olvidar ese momento».

A la mar
El 7 de marzo de 1995 la nave del Hernán Cortés se hacía a la mar. Poco después fue a un retiro en Italia y «tenía en la cabeza contárselo a don Gius. Conseguí hablar unos minutos con él y le dije: “Don Gius, empieza esta empresa que va a enseñar español a los extranjeros. Me acuerdo que él me miró y me dijo algo que me ha juzgado desde entonces: “Y yo, ¿qué puedo hacer por ti?”. Me quedé mirándole como diciendo: “¿Tú, Giussani, me preguntas a mí, con tus mil cosas, qué puedes hacer?”. Pero tuve la intuición de que no era a Eva a quien Giussani miraba, sino que él estaba frente a Cristo y era a Él a quien le preguntaba: “Y yo Señor, ¿qué puedo hacer por ti?”. Ese momento me determinó tanto que pedí estar el resto de mi vida con aquella pregunta frente al Señor. Desde entonces cada estudiante que llega a la escuela trae el eco de ese encuentro, “Y yo, Señor, ¿qué puedo hacer por ti?”».

Profesores y enseñanza
En su ya larga andadura por esta escuela han pasado muy buenos profesores: primero Cristina, luego Irene y Paloma, ahora hay otros. Los socios van creciendo. Han atravesado épocas buenas y otras muy duras.

El Hernán Cortés empezó a tener, ya desde el principio, muy buen nombre, «porque la gente nos decía que éramos serios y trabajábamos bien. Adoptamos un criterio bastante novedoso en el mundo de las academias. Estudiamos bien la enseñanza del español, y nos dimos cuenta de que había un método, básicamente gramatical, con el que el estudiante aprendía de una forma más rápida. Su principal inconveniente era económico, ya que todas las escuelas intentan retener al estudiante el mayor tiempo posible. Nosotros no podemos retener a un estudiante más tiempo para ganar dinero cuando sabemos que puede aprender en menos tiempo. Esto ha ido dando lugar a una distinción frente a otras escuelas. Distinción que ha llegado incluso a que algunos organismos oficiales recomienden la escuela por encima de otras», revela la directora.

«Qué diferente y qué agradecimiento puedo llegar a sentir al entrar en un sitio en el que lo más importante soy yo, en el que darte los buenos días y preguntarte qué tal estás no es algo formal sino un interés por tu persona. Qué diferente es trabajar en un sitio donde a un alumno le cuidamos, nos preocupamos por él y por su vida y, a la vez, compartimos con él nuestro tiempo, nuestra vida», comenta Elena, una de las profesoras.

Un paso crucial
Hace dos años llegó el momento de dar un salto de calidad, la escuela se quedaba pequeña y si no cambiaban de local el prestigio que estaban adquiriendo se perdería. Había que conseguir medios económicos y encontrar un local en Madrid que cumpliera todos los requisitos del Ayuntamiento. Había que comprobar si podían continuar. «Una decisión así no podía tomarla sola, porque la escuela implica muchas relaciones: contactos con las familias que alojan a los estudiantes, puestos de trabajo, etc. Fue muy bonito ir solucionando las necesidades empresariales con la ayuda de Vittadini en Italia, de Mauro Biondi en Irlanda y de la CdO en España. Estos años han sido ocasión para volver a reconocer que la tarea que el Señor me ha puesto entre las manos no es mía, no depende de mí, es Su obra».

En abril se hizo un aumento de capital en el que participaron amigos, familiares, profesores y antiguos estudiantes. Ahora el Instituto está en un precioso edificio de estilo andaluz que tiene a Hernán Cortés en la puerta de entrada a la escuela y a su lado hay una vidriera de principios de siglo que representa al Sagrado Corazón. ¡Esto no puede enmarcarse!

Meeting people
Pero la aventura continúa y ¡desde mayo aún es mayor! Desde hace años vienen recomendando otras escuelas de idiomas en el extranjero. «El volumen de personas que quiere estudiar otro idioma ha crecido hasta tal punto que hemos visto conveniente abrir una nueva empresa: Meeting People, una agencia que gestiona cursos de idiomas en el extranjero. Mi trabajo sigue siendo volver a la pregunta del inicio y con esa idea gestionar y facilitar cursos con escuelas de calidad en otros países, donde el estudiante tenga la posibilidad de encontrar la experiencia cristiana que he encontrado yo». El responsable de esta nueva empresa es Alejandro Carnicero, que ahora está formándose en Dublín.

A Eva siempre la ha fascinado la misión: «Para mí esto siempre había supuesto ir a África o Hispanoamérica para desarrollar algún proyecto. ¡Qué impresionante es que el Señor te traiga la misión a casa con los estudiantes que llegan, o que vaya yo a promocionar la escuela por el mundo, porque lo que llevo no es sólo la escuela, es mi persona. Es mucho más de lo que yo hubiera podido imaginar».