cartas

Una noche de caritativa
Pertenezco al grupo de los trabajadores de CL de Asunción. Hace cuatro años que tenemos entre nosotros uno de los testimonios más bellos de afecto y caridad, que precisamente surgió en la fidelidad a la iniciativa de la caritativa. Hablo del Hogar de Menores Virgen de Caacupé situado en una ciudad llamada Itauguá, al cual van jóvenes que salen de la cárcel de menores y a quienes se les da la posibilidad de sentirse amados por lo que son y no por lo que hicieron, hacen o harán. Se les brinda la posibilidad de educación y trabajo, una posibilidad de un futuro más humano y por lo tanto más feliz. Hace más o menos año y medio, se me invitó a empezar la actividad caritativa en dicho lugar. Una vez al mes voy con otro amigo a compartir un fin de semana con los chicos, desde el sábado a la siesta hasta el domingo a la mañana. Es realmente sacrificado ir a pasar un fin de semana en dicho lugar, teniendo que decir «no» a otras cosas; si bien el ambiente en la casa se volvió muy familiar en los últimos tiempos: es ir a compartir con amigos, ya no con extraños. Pero este sábado me fue más difícil que nunca. Hasta el último momento opuse resistencia, pero gracias a amigos que me ayudan a comprendo las razones de lo que hacemos, me fui. Tenía una angustia muy grande, pero me fui. Por lo general al llegar jugamos al fútbol, después escuchamos música, cenamos y vemos algún video. Este sábado, al llegar Pedro, el encargado de la casa, antes de dejarnos nos dijo que era el cumpleaños del hermano de uno de los chicos, y me pidió que a la noche acompañase al chico llevando conmigo a otro de los chicos al cumpleaños. A las 20:00 h. llegamos a la casa ubicada en Capiatá, otra ciudad cercana a Itauguá, una casa humilde, bastante modesta. Al llegar nos recibió el padre y me presentó a toda la familia; luego nos acomodamos y el señor comenzó a hablar conmigo, contándome sobre su vida, la de sus hijos y nietos. Me dijo que a él le había dolido mucho la equivocación del menor de sus hijos, el que está en la casa Virgen de Caacupé, pero que ahora ya estaba tranquilo. Me dijo: «estoy muy contento, me siento en paz porque mi hijo está bien, está mejor de lo que estaría con nosotros». Yo le dije que Pedro (Pedro vive la experiencia de los Memores Domini) quiere a los chicos como si fueran sus hijos y el me respondió: «No, les quiere más que si fueran sus hijos, y yo no tengo cómo pagarles a ustedes: no existe en el mundo forma de pagar lo que hacen por mi hijo. Esto es algo que no puedo entender pero que me hace estar seguro de que lo “Divino” existe, no hay otra explicación. Siempre creí en Dios, pero ahora estoy seguro de que existe. Lo Divino existe: el problema es que la gente no se da cuenta de ello». Este hombre con sus palabras tan sabias y humildes me dejó conmovido. Esto me confirma que no hace falta ser un intelectual para llegar a la verdad, sino que hace falta sencillez de corazón. Que un hombre que cultiva la tierra para comer y dar de comer a su familia, que apenas terminó el 4 grado de la escuela primaria diga esto, que reconozca la presencia carnal de Cristo, hace más que evidente que para mantener la certeza lo único que necesitamos es ser mendigos, pedir sencillez, y un corazón humilde capaz de amar verdaderamente. Si un hombre que no tiene la gracia de estar en una compañía como la nuestra puede reconocer la evidencia del Misterio hecho carne, ¿cómo puedo yo dejar que mi mezquindad me venza y nuble mi mirada? La caritativa la hicieron conmigo. Gracias.
Ricardo, Asunción
(Paraguay)


Siguiendo “el” camino
Queridos amigos: Desde hace 8 años pertenezco “indirectamente” a CL gracias a la revista 30 Días y a los libros de don Giussani que recibo con cada renovación de suscripción de esta revista. He participado en una Asamblea en Pilar, Buenos Aires, en marzo, cuando vino Mario Molteni. Francamente no me defraudaron: era lo que había leído y “rumiado” durante años hasta que me encontré, mejor dicho, Cristo me salió al encuentro y pude decir, en plena conciencia y libertad, «¡esto es!», como dice don Giussani. Hemos comenzado con la Escuela de Comunidad aquí, con algunos amigos. Somos 12 personas, incluido el pequeño Javier que Dios nos regaló a mi esposa Celina y a mí el 21 de septiembre. Lo sorprendente, y a la vez consecuencia lógica, fue que todos se arrimaron porque descubrieron una correspondencia con lo que yo podía transmitirles sobre qué es lo que yo había encontrado en CL, una forma de verme a mí mismo y por ende a los demás, con la mirada amorosa de Cristo, que me toma con todos mis pecados, defectos y virtudes y me invita como a los primeros discípulos, Juan y Andrés, a seguirlo “experimentalmente”. Cuando charlaba con Anibal Fornari sobre qué significaba para mí CL, le dije que fue encontrarme con Cristo de un modo nuevo. De hecho, estuve en el seminario (tengo un hermano sacerdote y una hermana monja contemplativa) y no encontré allí lo que encontré en CL. Y eso no porque no hubiera allí personas enamoradas de Cristo. En absoluto. Sucede, como bien dice Giussani en Educar es un riesgo, que el problema está en el método, en el modo de presentar a las personas de hoy la riqueza humana integral que tiene el cristianismo, y esa riqueza tiene un nombre, Jesucristo. Por ello me sigue produciendo estupor las palabras de nuestro querido Papa a don Giussani, «CL indica no ya un camino, sino “el” camino». ¡Bendita la Providencia que suscitó en nuestra época un Papa como éste y un carisma como CL!
Javier, San Miguel
de Tucumán (Argentina)


En Guadalupe
Este fin de semana mi mujer y yo hemos celebrado los seis primeros años de casados. No es el típico aniversario. Con esta excusa fuimos a ver a la virgen de Guadalupe en Cáceres, para dar gracias por estos años de matrimonio, porque fue allí donde por devoción a la Virgen nos casamos. Desde entonces, aunque para mí nunca habían tenido un interés especial estos aspectos de la tradición católica, yo también he aprendido a querer a este lugar y a la figura especialmente maternal y amiga de la Virgen de Guadalupe. En este día se ha renovado en mí la certeza de que el único lugar al que se pertenece es aquel donde a uno se le construye como persona. Existe un lugar físico como es Guadalupe donde puedes dirigirte a una Mujer que sabes que te cuida y te acompaña. Además es conmovedor comprobar que muchos de los amigos que nos acompañaron el día de la boda lo siguen haciendo en la actualidad aunque con una diferencia significativa: la amistad ha crecido, se ha fortalecido, ha madurado. Ayer, en medio del atasco, con el enfado típico de estas situaciones, me preguntaba por qué se ha dado este cambio. La respuesta no está en mis fuerzas, a veces nulas, o en mi capacidad de cambiar las circunstancias, casi siempre insuficientes. La respuesta está en afirmar a aquél que, utilizando las circunstancias de la vida, el trabajo y los amigos, se hace presente en mi vida y le otorga un gusto y una novedad imposibles de ver en otro sitio. Pilar, mi mujer, junto con mi hijo Andrés, son mis principales compañeros de viaje hacia el destino que todo hombre tiene. Y ésta es la ayuda decisiva del matrimonio, una compañía carnal, cercana, en la que también y especialmente Cristo se hace presente. Así, por esto, sí es justo casarse, con todo lo que conlleva la relación estrecha entre marido y mujer: fatigas, alegrías, decepciones, ilusiones. Sólo desde esta perspectiva se puede vivir no seis años, sino toda la vida con la mujer con la que me he casado. Y también con los amigos tan necesarios para recorrer este camino hasta el final.
Jorge, Madrid (España)

Paseando
entre nosotros

El día 8 de Septiembre, festividad de Santa María de la Cabeza, mi mujer y yo pasamos el día en Villanueva. Estábamos buscando un alquiler y se podían comprar los uniformes en el Colegio. Yo venía mentalmente muy activo y tenso porque estábamos visitando una casa tras otra. De hecho vimos hasta 3 casas antes de ir a eso del mediodía al Kolbe. ¡Quedaban 7 días para el inicio de curso! Era bastante presión encontrar una casa, mudarse, empezar una nueva vida en un lugar distinto. Fue la primera vez que tanto M. Carmen como yo entramos en el Colegio. Cruzamos los amplios pasillos y comenzamos a ver la ropa disponible. Poco a poco comencé a experimentar algo tocando aquellas paredes, caminando por las aulas y patios, entre la gente que iba y venía. Había una vida que desprendía una suave atracción. Me decía: «¡Pero esto… esto es...es como si ...como si Él estuviera aquí!». Me sorprendí a mí mismo entre dulces afectos y un feliz asombro. Era un gozo profundo, un conmoverse que me hizo olvidarme de todo lo que me apremiaba. Cada vez más conmovido, salí hacia mi coche donde, sentado, buscaba un poco de soledad para reponerme del impacto. Ningún otro pensamiento, deseo o afecto me impulsaba, excepto la conmoción interior y pacífica de pasear por el colegio Kolbe. Era tan fuerte esa Presencia que sólo recordaba un paseo parecido al del Kolbe: una visita a las Catacumbas de San Calixto en Roma en 1997. Pensaba que, literalmente, como dice la Escritura: «Dios encuentra su mayor delicia paseando entre las tiendas de los hijos de los hombres». Él acampa entre nosotros.
L. Javier, Villanueva
de la Cañada (España)


Una amiga y una hija
¡¡¡ Mi amigo don Gius!!! Soy una chica de GS. Quería contarte que sobre todo en este último tiempo empiezo a reconocerte cada vez más como el padre que sos. ¡Sos mi padre! y puedo decirlo con certeza y sin temor, porque a través de ti, como a través de María, ¡Cristo se hace carne para mí hoy y ahora! Su mano me llega a través de ti y a través de mi responsable, con una concreción que no puedo negar y no puedo dejar de agradecer. Es increíble que siempre que estoy mal o confundida él me llama “por casualidad” o lo encuentro “por casualidad” y me reclama a algo más grande, a una manera de vivir más verdadera, o sea, a reconocerle como centro de mi vida. Y entonces me doy cuenta de que no fue por casualidad, fue por obra de Otro, es la mano de Otro en mi vida. Después de haberme encontrado con mis amigos universitarios que tuvieron la gracia de conocerte en Italia, me cambió muchísimo la relación con vos. Mi primera reacción al enterarme de su encuentro contigo fue: «Ah! Yo también quiero verle la cara, yo también quiero estar con él» y después, medio en tono de reproche: «¿Por qué yo no puedo verle?». Pero en seguida, escuchándoles hablar de ti, pensé: «Gracias Dios porque ellos lo encontraron, porque ahora yo lo encuentro en ellos». Escucharles hablar de ti era espectacular, lo hacían con un cariño que no puedo expresar con palabras. Pero lo que era fascinante era verles el rostro: recordándote, se les iluminaba. Uno de ellos dijo: «Cuando él me miraba, me sentía abrazado por Cristo» y otro: «Este encuentro fue un juicio decisivo sobre toda mi vida». ¡Espectacular! Porque a través de ellos te siento más a vos en mi vida, te siento más amigo, más padre, de lo que te sentía antes. No sé si logro explicarme bien. ¿Sabes además en qué semana sucedió todo esto? La semana de tu cumpleaños. Por lo que además el 15-10-03 pude rezar por ti con un cariño nuevo, como cuando rezo por papá. ¡¡Un abrazo enorme, amigos en Cristo!!
María Sol, (Argentina)

Lo importante
El pasado 21 de septiembre me pidieron llevar al Padre Paolino a la casa de Don Carlos, el padre de mi amiga Vanesa, el cual se encontraba padeciendo un cáncer. Recién a partir de esta enfermedad comenzó a despertar en él el deseo de encontrar un sentido verdadero a su vida a pesar de haber estado durante años alejado de la fe. No estaba tan segura de visitarlo, pero tuve que ir porque fui la que invité al Padre Paolino. Al llegar a la casa la impresión fue muy grande, como si todo lo que tengo dentro de mí se me hubiera caído al suelo. ¿Qué puedo hacer ante esto?, me preguntaba. Lo importante para mí fue que hubiese aceptado la visita de un sacerdote sabiendo que no era un hombre practicante. Al dejar a Paolino en la parroquia, Vanesa me preguntó cómo vivir este momento ya que en ella era más fuerte el miedo que la fe. Le contesté que lo único que debía hacer era pedirle a la Virgen que se haga Su voluntad y que pueda aceptar la realidad que le toque vivir. Le repetía que lo único era rezar a la Virgen que vio morir a su hijo Jesús. Al día siguiente Don Carlos volvió a encontrarse con el Señor, de quien en los últimos momentos aceptó el abrazo misericordioso. Y esto es un milagro.
Rosana, (Paraguay)

Querido Don Gius: Quería contar la experiencia vivida en el entierro del padre de Julián Carrón. Venía conmovida y me resultaba un día precioso. Pero ¿cómo podía ser precioso? Pensando en esta
realidad tan dolorosa, me acordaba de cómo Julián la ha afrontado con una certeza absoluta, pues sin duda el impacto con la realidad le remitía inmediatamente a Aquel que nos toca y pide ser reconocido. Esta es su salvación, y creo que también la mía, pues yo deseo esa certeza. Quiero respetar la libertad de Dios y ponerme ante Él de una manera virginal, con sencillez. Él me ha amado y preferido con una gratuidad infinita, con todos mis defectos e infidelidades. Reconozco conmovida que cada uno de los que el Señor ha puesto en mi vida, son un bien para mí y que a través de todos ellos experimento su amor.
Pilar, San Sebastián
de los Reyes (España)


La caridad
del Cottolengo

Querido don Giussani: Desde hace algunos meses la asociación Hospital está realizando una caritativa en la Pequeña casa de la Divina Providencia (el hospital del Cottolengo). La sala en la que asistimos a nuestros enfermos es la de rehabilitación; hay hombres y mujeres afectados por enfermedades de diferente tipo que les impiden usar su cuerpo de forma correcta. La mayoría son de largo internamiento, a veces con enfermedades que les dejarán huella para el resto de sus vidas. Ictus, parálisis, miembros parcial o totalmente amputados es el espectáculo que aparentemente se nos presenta cada vez entramos en la sala. Pero son, sobre todo, personas con el deseo de encontrar un significado a su sufrimiento. Hay sacerdotes ancianos que en su actividad misionera han soportado años de cárcel, han estado un par de veces delante del pelotón de ejecución. Hay monjas que han abierto conventos en muchos sitios y dado esperanza a través de su larga vida misionera a millares de niños. Hay madres y padres, emigrantes e italianos, tumbados o sentados en sus sillas de ruedas esperando la posibilidad de volver a ponerse de pie. Hemos conocido a una joven monja de clausura que después de dos meses de tratamiento ha vuelto a su convento. El encuentro más reciente ha sido con un huésped de la “aldea” Cottolengo que está ahora internado con nosotros y ha empezado a contarnos su historia, primero de abandono y después de amor por parte de las hermanas del Cottolengo. Conoce a todas las hermanas y para cada una de ellas ha inventado un apodo (un poco como Marcelino con los frailes del convento).
Giorgio y Anna, asociación Hospital, Turín (Italia)

El ciento por uno
en el estudio

¡ Ya cinco años! Cinco años en este colegio. Recuerdo que cuando entre en cuarto de secundaria, practicaba más o menos tres deportes, no faltaban por supuesto las clases de inglés privadas y mi hobby era mirar “de lejos” a los chicos. En definitiva, estaba dividida entre mil solicitaciones, sacudida de acá para allá entre el estudio, los partidos y las salidas del sábado por la noche. Repito, adoraba el deporte (¡decía que era mi vida!), me gustaban los chicos –por lo menos eso creía–, hacía todo lo que me apetecía y me gustaba, pero poco a poco las actividades empezaron a ser demasiadas, se amontonaban una sobre otra, las cosas perdían su gusto porque no comprendía su significado último y me quedaba como aplastada, estaba cansada, no me sentía libre. Así iba tirando esperando las vacaciones. Pero lo que no puedo olvidar de ninguna manera era la envidia que experimentaba al ver en el colegio gente siempre contenta. En el recreo, al salir de clase, veía entre la multitud algunos rostros especiales con una sonrisa siempre en la cara. No lo soportaba, ¡yo también quería ser así! ¡Yo también quería ser feliz! Lo más sencillo e inteligente que podía hacer era estar con esos tipos, tan diferentes los unos de los otros, pero unidos por un vínculo verdadero, con los “chielinos”, odiados por medio colegio pero que tenían sobre mí y sobre la realidad una mirada tan profunda que conseguía desvelar y hacer que me conociera a mí misma y a la realidad más de lo que yo misma era capaz. Precisamente gracias a este descubrimiento de mí, del valor de mi persona como relación con el Infinito, las cosas han recuperado su sabor y «ese desierto árido» (colegio) se ha convertido paradójicamente en el lugar donde puedo encontrar «agua para saciar mí sed». Mi vida ha renacido en este encuentro. No es que antes estuviera aburrida, todo lo contrario, pero había como un vacío, faltaba siempre algo. El Paraíso empieza aquí y ahora, es el céntuplo que se vive en el estudio, con los amigos, en casa. Por ejemplo, tuve que hacer un trabajo para la clase de Historia y Filosofía y siempre había pensado que daba lo mismo una nota que otra («al final lo consigo», sin matarme a estudiar). Esta vez no fue así. Me han dicho que la vida tiene un significado y por tanto que hay que tomársela en serio. Me acuerdo de que me levanté temprano para estudiar el domingo por la mañana (¡nunca lo había hecho!) y estudié todo el día comparando lo que estudiaba conmigo y con mi experiencia y por tanto también divirtiéndome y descubriendo un poco más la verdad de las cosas. ¡Esto ya es el céntuplo! ¡Estudiar así es otra cosa! Y después en ese trabajo me pusieron un 9/10 con la felicitación escrita del profesor que se sorprendía por «haber relacionado tu experiencia con los temas tratados» (son palabras suyas).
Bruna, Catania (Italia)

Un correo sorpresa
Querido don Gius: Estos últimos meses estoy viviendo un período muy ocupado y difícil en mi trabajo y esto me absorbe mucho y determina un poco todo. Inevitablemente me determina también cuando estoy en casa con mi mujer y mis hijos. La semana pasada mi hija, que vive la experiencia de GS, me mandó a la oficina un correo electrónico que me sorprendió y conmovió. He aquí el texto: «Querido papá, precisamente ayer estaba transcribiendo en el ordenador los apuntes del equipe que Elena me ha mandado y al que no pude ir por culpa de los cólicos... y he leído un pasaje del testimonio de Bottini que me ha hecho enseguida acordarme de ti! “También en el trabajo el motivo más grande para hacer lo que haces es haber encontrado la Verdad y entonces le pides a Cristo por ti. Si no, se convierte sólo en una responsabilidad o lo haces por ganar dinero, y tendría razón mi jefe cuando dice que no se deben cometer errores nunca... en cambio al hombre se le da siempre la posibilidad de volver a comenzar y también de equivocarse. Debemos ser instrumentos de Cristo también entre los compañeros”. Si el Señor te pide que afrontes períodos tan estresantes es que hay un designio bueno para ti porque realmente tiene un proyecto extraordinario. Y sobre todo quiere tu felicidad. Y esto lo ves porque te alcanza siempre de la manera más inesperada a través de presencias muy concretas. ¡Mira a mamá! Me sorprende muchísimo el inmenso amor que te tiene. ¡Una gratuidad al amarte que me deja realmente con la boca abierta! Precisamente en eso te das cuenta del amor que Cristo te tiene porque siempre te pone alguien al lado para tu bien. Y frente a algo tan grande te quedas sin palabras... ¡no puedes dejar de conmoverte y agradecer cada minuto las cosas que te dan... incluso las dificultades! Porque cuando tienes la certeza de que son para ti entonces sólo te queda decir gracias mil veces. Sólo puedes pedir tener siempre el corazón y los ojos bien abiertos para reconocer estas maravillosas presencias. Ahora te dejo con tu trabajo. Espero que todos, realmente todos, en tu oficina se puedan dar cuenta de tu presencia especial y te deseo que seas todos los días una “presencia original”. ¡Todo lo demás te será dado! Pido por esto. Tu hija Annalisa».
Gianluigi, Paderno
Dugnano (Italia)


Murolo y Moscati
Hace algunos años escuché Mandulinata a Napule. La música napolitana es la que más me gusta y desde hace tiempo me dedico con pasión a su estudio. Imaginaos la alegría que experimenté cuando la oí cantar en los Ejercicios de la Fraternidad. Fue como la confirmación de la bondad de las intuiciones que hasta ese momento me habían guiado. Precisamente quería hablarnos de una de estas canciones: la letra, después de una atenta descripción del lugar, pasa a relatar la historia de dos enamorados frente al encanto de la bahía de Posillipo y lo hace con una pureza de imágenes que, me parece, es única. La segunda estrofa llega al culmen de esa pureza cuando pone en boca del enamorado: «Quédate abrazada a mí, nuestros besos son inocentes, para ti esta noche soy hermano y esposo a la vez, esta noche amor y Dios son una sola cosa». ¡No la misma cosa, una sola cosa! Después continúa: «Al canto de este amor todo Nápoles se despierta de su sueño, todos los suspiros de todas las mujeres enamoradas suspiran esta noche en torno a ti». Desde algo particular se quiere abrazar todo. De hecho, esta palabra “todo” se repite dos veces. Después el estribillo: «Sube al cielo y en el cielo todas las estrellas oyen mi voz; voz, que tierna, realiza este amor». He preferido traducirla así, literalmente. Es el corazón el que grita ¡no la voz!... «voz, que tierna, realiza este amor». El compositor de estos versos se llama Ernesto Múrolo, padre de Roberto, recientemente desaparecido. Escribió los versos de esta canción en torno al 1918. Me pregunté cómo era posible escribir unas palabras tan profundas sólo por el ímpetu de una feliz inspiración. Debe de haber algo más, pensé, debe de haber sucedido algo. También porque Múrolo hasta ese momento había escrito sólo cancioncillas. En ese período en Nápoles vivía un médico, un gran médico: Giuseppe Moscati. Era posible que estos dos hombres se hubieran conocido; estaba seguro de que no podía haber escrito unas palabras como estas sin que alguien atravesando su vida, tal vez de paso, las hubiera de alguna manera suscitado y fijado. Hace algunos meses un querido amigo mío, Gianni, que comparte conmigo la misma pasión, me llamó diciéndome que había sabido a través de uno de los más autorizados estudiosos de san Giuseppe Moscati, presente en Nápoles con ocasión de la exposición sobre el Santo, la misma que se expuso en el Meeting de Rímini, que no sólo Múrolo conoció a San Giuseppe Moscati, y que fue curado por él, sino que entre ellos hubo una rica relación epistolar durante algún tiempo. También a mí me sucedió lo mismo que a Ernesto Múrolo: tampoco yo habría podido intuir todo esto sin haber conocido a don Gius, sin haber sido educado a descubrir la belleza que hay en la realidad de las cosas que me suceden.
Franco, Pesaro (Italia)

¡Felicidades don Giussani!
Publicamos algunos mensajes que don Giussani ha recibido por su 81 cumpleaños
Reverendísimo monseñor: Con ocasión de su 81 cumpleaños, deseo unirme de corazón a todos los que le felicitan en este día. Hoy la recordaré en la santa misa para que el Señor y La Virgen María sigan colmándole de sus abundantes dones y le otorguen la capacidad de ver los inmensos frutos de bien que el Espíritu Santo ha generado a través de Usted. Renuevo de corazón mi estima en el Señor.
Monseñor Paolo Romeo, nuncio apostólico en Italia

Querido don Giussani: ¡Feliz cumpleaños! Si nosotros mediante la fundación Juan Pablo II para el Sahel tratamos de frenar el avance del
desierto en la zona subsahariana,
Usted junto con sus amigos (y con la ayuda del Espíritu Santo) consigue frenar el avance de la nada en el mundo, y también logra construir verdaderos oasis de humanidad. Que su benéfico testimonio de caridad vivida siga germinando en la Iglesia durante muchos años. Agradeciéndole su atenta cercanía, le renuevo mis deseos afectuosos para su 81 cumpleaños.
Monseñor Paul Josef Cordes, presidente del Pontificio Consejo «Cor unum»

Querido don Gius: Tu cumpleaños es una ocasión más de asegurarte una oración especial a María, para que custodie el precioso carisma que el Espíritu te ha concedido en beneficio de la Iglesia entera. Un abrazo en el Señor.
Cardinal Angelo Scola, patriarca de Venecia

Querido monseñor: Al expresar mis fervientes deseos para su cumpleaños, quiero asegurarle que hoy me acordaré de manera especial de usted en la oración para que la Virgen «fuente viva de esperanza» siga acompañándole con ternura de Madre. Gracias por el mensaje que ha querido enviarme a través del profesor Jesús Carrascosa. Sus palabras han llegado profundamente a mi corazón. Suyo en Cristo.
Monseñor Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos

Con ocasión de su cumpleaños, le aseguro, con afecto y gratitud, el recuerdo al Señor y a la Sagrada Familia.
Monseñor Fouad Twal, obispo de Túnez

Querido don Gius: Como zarza ardiente tu obediencia nos guía en la paz. En el día de tu 81 cumpleaños le pedimos a Cristo que te una a Él y que la fuerza de Su diestra te sostenga en la alegría de la fatiga cotidiana, para nosotros los hombres. Que nuestra unidad sea la auténtica gloria del hombre Jesucristo. Con gratitud por el don inefable de la amistad, ¡felicidades!
Comunión y Liberación desde España

Querido don Gius: ¡Felicidades por tu 81 cumpleaños! Que Dios te bendiga con el mismo ímpetu de gracia con el que sostuvo la fe de Abrahán, conquistó el corazón de Pedro, hizo vigoroso el de Pablo, prendió en el corazón de santa Teresita... Te damos las gracias por tu paternidad que nos introduce en el horizonte del Misterio y que nos educa a reconocer en Cristo la Presencia que hace grande el “yo” y constructiva la vida. Con tu última carta nos has provocado personalmente a la conciencia de nuestra vocación de hijos. ¡Es como hacernos cada vez más jóvenes y audaces! Renovamos nuestra oración por ti. Pero tú también confíanos con tu oración a Aquella que, pura hija de Dios, es nuestra Madre en la fe y nítida estrella de esperanza en el cielo, a menudo dramáticamente oscuro, de nuestros días. Con alegría y gratitud,
Los amigos alemanes

Querido don Gius: Qué certeza, paz y alegría nos ha dado el Señor a través de ti. La Virgen es el método y tú eres la mano mediante la cual el Acontecimiento de Su Hijo ha alcanzado nuestras vidas amenazadas continuamente por la utopía y el vacío. ¡Que el Señor te conserve muchos años con tu paciente paternidad! Pedimos con gratitud al Señor que haga más dulce el sacrificio de estar día tras día a la cabeza de este pueblo, y tú invoca al Señor por nosotros, para que nuestra vida, siguiéndote, se asemeje más a la tuya y se lance aún más «a llevar al mundo entero la verdad, la belleza y la paz que se encuentran en Cristo Redentor».
¡ Gracias! Ad multos annos!
Las comunidades de Comunión y Liberación de Perú

Gracias don Gius porque la explosión inesperada e inmerecida de Cristo en nosotros sucede a través de la historia que tiene en tu “Sí” su origen. Gracias porque según el ejemplo perfecto de María estás tratando cada instante de aprender –y enseñarnos– un respeto total por la libertad del Misterio. Algunos hemos tenido la suerte durante el verano de vernos con el cardenal Macharskij, con el cardenal Korec y con el cardenal Erdö y, naturalmente, con nuestro amigo y padre el cardenal Schönborn: todos nos han pedido que te transmitamos su recuerdo fraternal. ¡Muchas felicidades!
La comunidad de Austria